lunes, 14 de enero de 2013

Un duro día de trabajo en el Monte Reina Sofía.


BAE Juan Carlos I, Isla Livingston. 14 de Enero de 2013

Hoy ha sido un día duro de trabajo en el Monte Reina Sofía. Hemos empezando por lo más fácil, cambiando los sensores de la estación de Morrena, a medio camino de la cima del monte Reina Sofía. Pero el resto de la mañana hemos tenido que realizar el cambio de la estación automática que toma datos de temperatura del suelo en el sondeo de 25 metros de profundidad en la cima. Como ya comentamos, el pasado 20 de abril dejó de tomar datos, así que hemos decidido cambiar tanto la electrónica como la caja estanca. Así dicho parece un trabajo rápido (y en otras condiciones lo puede ser), pero con el frío que hacía hoy en la cima, ha sido un trabajo bastante duro, especialmente si tenemos en cuenta que hemos tenido que estar quietos en el sitio sustituyendo cables de un sistema de adquisición de datos a otro, trabajando con el ordenador,... ya no sentíamos las manos ni los pies... Y aunque el parapeto que nos han dejado para evitar un poco el viento ha funcionado para que no se mojara la electrónica, nosotros hemos pasado el mismo frío...

Y en eso hemos pasado la mañana, desconectando cables, desmontando la caja estanca, montando la nueva, instalando el cableado, instalando la electrónica, rehaciendo las conexiones, programado el dispositivo, afianzando y haciendo estanco todo el conjunto...
Menos mal que al final de la mañana las nubes se han abierto un poco y aunque hacía el mismo frío, los escasos rayos de sol nos han calentado un poco las manos... que ya las teníamos ateridas de frío por tener que sacarnos guantes para hacer las conexiones de los cablecitos... y aunque perdimos la sensibilidad en algún dedo que otro, no ha habido congelaciones.

Mientras nosotros hacíamos esto, Julio (el experto en náutica de la base) que nos ha acompañado hasta el monte Reina Sofía, junto con Iñaki (uno de los montañeros), han estado quitando el hielo de otra de nuestras estaciones donde tenemos un sondeo de 15 metros repleto de sensores de temperatura. Y es que este año estaba enterrado bajo 60 cm de hielo y otros 80 cm de nieve... El año pasado dejamos en sondeo cubierto con un bidón, pero al abrirlo por la mañana Iñaki y Julio se han encontrado con que estaba repleto de hielo también. Así que mientras nosotros trabajábamos en la cima, ellos han estado picando el hielo para poder acceder al sondeo, algo que han hecho, debemos decirlo, a la perfección. Cuando hemos acabado en la cima y nos hemos acercado hasta allí, nos hemos encontrado el bidón completamente vacío de hielo, como si lo acabáramos de colocar. Pero había más sorpresas. Al abrir la caja estanca que protege el sondeo nos hemos encontrado con que debió de entrar algo de agua en la caja "estanca" durante el invierno, y teníamos hielo dentro de ella. Tras picar el hielo de dentro de la caja decidimos abrir el sondeo para recuperar los sensores, pero otra nueva sorpresa nos esperaba, había entrado también agua en el sondeo (posiblemente absorbida por el cordino del que penden los sensores), así que no era posible recuperarlos... o algo peor, que no fuera posible seguir utilizando el sondeo nunca más. Sin duda, una catástrofe.

Pero Iñaki bajó al refugio a por la sonda de vapor que ya nos salvó de un apuro similar en la isla Decepción hace un par de campañas. Al final, aunque tardó mucho en calentar el agua (con el frío que estaba haciendo era normal), en apenas 30 segundos consiguió soltar el hielo que se había metido en el sondeo. Un verdadero alivio. Al menos no habíamos perdido el segundo sondeo más importante que tenemos en la Antártida. Bastante disgusto tenemos con los problemas que nos hemos encontrado en el sondeo de 25 m, como para perder dos sondeos en la misma campaña. Hemos dejado los nuevos sensores sin instalar. En un par de días subiremos de nuevo a comprobar si la cadena termométrica ha vuelto a funcionar en el Monte Reina Sofía, y a instalar una nueva boca para el sondeo de 15 m (más estanca), y a meter los nuevos sensores.

Por la tarde regresamos a la base hambrientos, cansados  y aunque ya con calor por el descenso, con el cuerpo entumecido por el frío... Pero recuperamos el tono rápidamente con un buen plato de garbanzos que nos tenía preparado Miguel, el magnífico cocinero de la base. El resto del día lo pasamos volcando los datos de la estación de Morrena, y preparando el material para el día siguiente.

Nos vamos a dormir tras un duro día de trabajo en el Sofía con el alivio de haber salvado un sondeo, pero con la incertidumbre de si hemos conseguido solucionar el problema en el otro... ya os contaremos.

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