Campamento Internacional Byers, Isla Livingston. 25 de Enero de 2013
Hoy Byers nos regala algo inusual: una mañana soleada con "agradables" temperaturas. Esto es algo que ya esperábamos gracias a los acertados pronósticos meteorológicos que Paco Vasallo de la AEMET, que nos llegan cada día, y que Antonio Quesada se encarga de leernos a todo el grupo tras la cena en algo que se ha convertido en un pequeño ritual diario. Es por esto que habíamos planeado pasar la jornada en una expedición conjunta, todos los miembros del campamento Byers, aprovechando que se necesitaban tomar muestras de agua de unos lagos. Comenzamos la travesía bajando por el canal Petrel a la playa, camino harto conocido por todos, ya que es el camino que nos lleva a la playa donde tenemos almacenado nuestro material científico, y donde liberamos nuestras aguas menores. Pero esta vez continuaríamos nuestro camino bordeando la costa a nuestra izquierda (hacia el Este), caminando por la arena entre elefantes marinos, pingüinos y huesos de ballena.
Caminando por las playas del Sur de la península de Byers (Isla Livingston). El tiempo era magnífico. Al fondo el cerro Negro, nuestro primer destino.
Tras varias horas de plácida caminata, en la que traspasamos varios canales y la franja árida (donde los campos de musgos desaparecen para dejar un terreno yermo, salpicado por lagos de deshielo), llegamos al cerro Negro. Este oscuro relieve que resalta frente a la plana superficie nevada y llana del altiplano, se revela ante nosotros. El Cerro Negro fue un antiguo nunatak cuando la masa glaciar cubría esta zona de la isla hace ya unos miles de años. Lo bordeamos por su ladera este y sin mucho esfuerzo alcanzamos un pequeño lago helado que se encuentra escondido cerca de su cima. Mientras Antonio Quesada toma muestras de agua, exploramos y disfrutamos de este impresionante y pintoresco paraje, y aprovechamos para asomarnos al mirador que conforma la parte sur del cerro, y que ofrece unas magnificas vistas de las playas del Sur.
Antonio Quesada y Miguel Ángel a la orilla del lago sobre cerro Negro.
Volvemos sobre nuestros pasos para seguir, esta vez, caminando sobre el altiplano. Pasamos cerca del lago Las Palmas, una lámina de agua que suele ser difícil de encontrar por encontrarse usualmente cubierta de nieve, y llegamos a otro lago más extenso cercano ya en la morrena frontal del glaciar (el lago Domo), donde se toma otra muestra de agua. A continuación seguimos nuestro camino hacia el nunatak de Clarke, más hacia el Este de la playa Sur de Byers, que al no estar cubierto uno de sus flancos por la nieve debido al retroceso de este glacial, podríamos decir que ha pasado a ser un no-nunatak. Desde lo alto de una morrena, avistamos otro relieve al que se adelantan nuestros técnicos de montaña, Hilo y David, para descubrir que el paso a Punta Elefante es practicable a través de la costa en condiciones de marea baja. Nosotros, tan solo bajamos para apreciar de cerca el frente de hielo, y volver por la costa al campamento.
De camino al nunatak. En primer plano una de las lagunas de deshielo.
El día se ha estropeado algo, y el sol se ha cubierto. Empieza a hacer frío, y el camino se vuelve algo más aburrido, con lo que decidimos acelerar el paso y amenizar el viaje hablando de todo un poco. Ya en el campamento constatamos que hemos hecho unos respetables 25 kilómetros. Muy cansados, disfrutamos especialmente de la merienda-cena y el acogedor ambiente del iglú, rematando la noche con otro pequeño pasaje de las historias polares del "viaje de invierno", que nos recuerda que aquí, incluso cuando lo pasamos mal por las duras condiciones climáticas, no se parecen a las que hay más hacia el sur, en el continente blanco, donde muchos de nosotros soñamos con llegar algún día... y con ese sueño nos vamos a dormir cansados pero contentos de haber disfrutado de un buen día en Byers.
No hay comentarios:
Publicar un comentario