miércoles, 23 de enero de 2013

Byers, trabajando en el CALM del Limnopolar.


Campamento Internacional Byers, Isla Livingston. 23 de Enero de 2013.

Ayer hizo muy buen día (dentro de los parámetros que podemos tener en la península de Byers). La mañana todavía era algo fría, pero de todas formas nos aventuramos a volver a seguir nuestro camino a la malla del Limnopolar, enfrentándonos, otro día más, a la niebla y a las raquetas de nieve.  Con tanta nieve, tenemos que alargar el camino a nuestra zona de trabajo, ya que hay que evitar las zonas bajas para no caer en los lagos que se empiezan a formar bajo la nieve, y que son tan peligrosos (o más) que las arenas movedizas que tanto nos atormentan por aquí.

Una vez en la zona de estudio, sustituimos los sensores del sondeo y del nivómetro. Uno de los sondeos tenía algo de hielo en el fondo, que Miguel Ángel purgó con ayuda de un tubo de goma. El nivómetro sufrió un pequeño percance al picar el hielo de su base. El sensor de 2,5 cm de altura, junto con su soporte, saltaron al retirar el hielo. También se había roto la placa de temperatura de superficie, pero habíamos preparado el repuesto en el campamento la tarde antes. Una vez reemplazados todos los senores ya quedó listo para pasar un nuevo año de medidas, al menos de las experiencias más importantes de la zona, aunque aún nos quedaban los nuevos experimentos que pusimos el año pasado, más el que queremos instalar este año.

Aprovechando el camino de vuelta, pasamos por la cámara de nuevo, y la reprogramamos; llegando, esta vez sí, a la hora de la comida al campamento. La tarde la pasamos de nuevo programando sensores para el día hoy. El tiempo por la tarde era muy bueno, y el mar estaba completamente plano, así que aprovechamos para unirnos al grupo del proyecto Limnopolar-3 y pasar por la playa, donde elefantes marinos, pinguinos, y un enorme grupo de petreles disfrutaba de la espléndida tarde.

Una de las vistas de camino al campamento, una de las típicas postales de la zona.

Hoy hemos vuelto, una vez más, a la cuenca del Limnopolar, aunque esta vez hemos ido los seis del campamento. Antonio, Ana, Hilo y David, estuvieron en el lago, recuperando sus últimos sensores que Antonio dejó en el lago durante varios años. Con una pequeña zodiac (por seguridad por si rompía el hielo bajo su peso) se adentraban sobre la banquisa del lago, mientras nosotros instalábamos los mini-nivómetros nuevos en la malla, así como dejamos de nuevo la red de cápsulas que tanto nos costó recuperar. De nuevo, tuvimos que ensuciarnos y empaparnos las manos abriendo los agujeros para enterrar las cápsulas. Pero esta vez resultó más fácil ya que los agujeros en el hielo permanecían abiertos desde el día que los abrimos. Hilo, el guía de montaña que siempre nos ha ayudado con nuestras tareas, nos ha echado una mano también, así que hemos ido bastante más rápido de los que esperábamos, y hemos podido regresar al campamento para comer.
Uno de los módulos del campamento Byers.

A falta de medir la capa activa del CALM (que lo haremos en unos días) hemos ido cumpliendo los objetivos para esta fase de la campaña. De momento, vamos a esperar para medirlo el día más próximo a cuando lo hicimos el año pasado el 27 de enero) y que de esta forma sean datos más representativos.

Esta noche, tras la cena, empezamos una actividad muy antártica, leer un libro. La particularidad es que se trata de "El peor viaje del mundo", y en concreto el capítulo "el viaje de invierno", donde se narra una expedición, allá por 1911, al interior de la Antártida en pleno invierno. Antonio lee en voz alta mientras el resto escuchamos (cuando conseguimos aguantar el sueño tras un duro día de trabajo) al calor de nuestras tazas de café o infusiones. Mañana más (trabajo y lectura).

1 comentario:

la rosa peruana dijo...

Enhorabuena por el blog y gracias por persistir en que los lectores disfrutemos casi en vivo de vuestras hazañas! Seis días sin escribir... el libro os dejó huella sin duda!
Muchos ánimos desde el verano peruano