miércoles, 30 de enero de 2013

Nos saltamos el Drake


Punta Arenas, Chile. 30 de Enero de 2013

De vuelta en el Hespérides, tuvimos un poco de tiempo de descanso mientras hacemos el tránsito hasta la isla Rey Jorge donde debemos tomar el avión hacia Punta Arenas y que pone punto y final a nuestra campaña en zona antártica. Disfrutamos de este corto trayecto contemplando los glaciares de las distintas islas que pasamos: Livingston, Greenwich, Nelson y finalmente Rey Jorge. Es un viaje tranquilo en que el podemos disfrutar de grandes glaciares y escarpadas montañas y nunataks. En el barco están algunos de los colegas (ya amigos) de las bases Gabriel de Castilla y Juan Carlos I, así como del grupo de oceanografía que han hecho campaña en el buque. Llegaríamos a Rey Jorge la mañana del 29, preparados para tomar el vuelo de vuelta. Parece que la campaña se acaba, y dejamos atrás los paleos de nieve y el picar hielo, la mirada curiosa de pingüinos y elefantes marinos en las playas, el evitar líquenes y musgos al caminar, y los omnipresentes y majestuosos glaciares. Volvemos al asfalto, los perros callejeros y las lengas de Punta Arenas. Pero todavía quedaba el "derradeiro" telettubie de la campaña, una última aventura.

Último vistazo a los glaciares de la isla Livingston

El tiempo en el barco cada cual lo pasa como puede: unos trabajan, otros charlan, o descansan leyendo o durmiendo, o se asoman a las cubiertas del barco, mientras otros picotean entre horas, o intercambias fotos y videos del viaje; con su ración de anécdotas. Acabamos de embarcar y todo parece ya lejano. Aquí se vive de un modo tan inmediato, que estamos acostumbrados a vivir el momento y con los ajustados horarios de contínuo trabajo. En el barco nos sentimos perdidos, sin más que hacer que esperar. Y la espera se alarga, debido a la escasa visibilidad que deja una densa bruma en la isla Rey Jorge. El primer aviso de retraso de vuelo suena en la megafonía. "Queda retrasado hasta nuevo aviso", reza. Tras el segundo aviso, cuando ya no sabemos si hacer o deshacer la maleta, llaman al personal a la vía húmeda. Parece que desembarcamos. El avión va a volar hacia aquí, queda por saber si podrá aterrizar con tanta niebla que no acaba de levantar.

Acostumbrados a la vida nómada, no cuesta mucho volver a empacar. En pocos minutos estamos dispuestos con nuestros trajes chillones de supervivencia. El último telettubie de la campaña (esperemos). No sabíamos sobre las condiciones de visibilidad, pero desde luego las de navegabilidad no eran buenas. Nos despedimos de la tripulación del Hespérides que tan bien nos ha tratado en todos nuestros movimientos, y ya en la Zodiac, las olas rompen contra la embarcación mojándonos con abundante agua helada a nosotros y nuestros equipajes (que sabiendo cómo son estas cosas van envueltos en su mayoría en bolsas). El último barqueo parece querernos recordar que aún estamos en la Antártida y sometidos a sus condiciones. Nos recordaba al desembarco del año pasado en Byers...

Ya en la costa recogen todo nuestro equipaje y nos conducen a la base Escudero, ¡donde nos reencontramos con algunos de los compañeros chilenos de Byers! Ellos habían desembarcado ayer por la noche. Un tour por la base y una corta espera, y nos recogen para llevarnos a la pista. El avión ha llegado y finalmente va a salir. Se trata de un no tan pequeño avión a propulsión de la compañía DAP, con cuatro turbinas. Podríamos estar en cualquier vuelo comercial de pequeñas proporciones, solo que todo es algo más informal. Nosotros mismos nos cargamos el material en la bodega del avión, y cada uno se sienta donde quiere.
Cargando el material personal en la bodega del avión antes de partir hacia Punta Arenas.

El despegue de la corta pista de tierra que acaba en un acantilado, ¡es realmente impresionante!. Y todo ha salido bien, solo nos queda esperar, haciendo tiempo con una cena servida por azafatas como en cualquier otro vuelo, como si no estuviéramos volviendo del séptimo, el más remoto de los continentes. La luna llena nos acompaña parte de las dos horas y media que nos toma pasar el estrecho del Drake (y una porción de la Patagonia, la Tierra del Fuego) se antojan irreales cuando lo comparamos con el viaje de ida, y cuesta creer que estemos de vuelta al mismo hotel del que partimos en tan corto lapso de tiempo.

Sobrevolando la densa capa de nubes que casi nos impide el tomar el vuelo de vuelta a Punta Arenas.

Anoche llegamos ya pasada la medianoche a nuestro hotel y cansados nos dimos una buena ducha de agua caliente antes de irnos a dormir tras una campaña corta pero intensa y agotadora.

Hoy aprovechamos el día para comer y cenar en restaurantes locales acompañados de los amigos y compañeros con los que hemos compartido tantos momentos antárticos, y que han vuelto con nosotros. Siempre hay una nueva anécdota que contar (aunque es igual de apetecible el escuchar una ya tantas veces escuchada), y planes que hacer. Y es que muchos nada más llegar ya planean la próxima campaña. Nosotros no somos menos, y ya nos planteamos los problemas y posibilidades que tenemos para evitar perder los datos que se tomaran este año y volver, de nuevo, al más extraordinario de los lugares. 

lunes, 28 de enero de 2013

Día (y noche) de esperas, porteos y barro


BIO Hespérides, Isla Livingston, Antártida. 28 de Enero de 2013

Ayer fue un día muy largo para los habitantes del Campamento Byers, y los compañeros chilenos que nos acompañaban en la península. Se esperaba que el buque Hespérides nos recogiera, junto con todo el material científico y técnico de ambos campamentos al mediodía; pero como también estaba previsto el tiempo era demencial. Empezó a soplar un viento fuerte de madrugada, luego acompañado de nua fuerte ventisca que duró hasta bien avanzada la mañana. Luego ya solo soplaba el viento... pero con rachas de hasta 60 nudos (¡más de 30 m/s!) y una media de 40-50 nudos. En estas condiciones, llegada la hora del embarco el buque no podía ni fondear frente a la costa, y se dedicó a "hacer hipódromo" (dar vueltas en el mar capeando el viento) frente a Byers. Así que pasamos la mañana y la media tarde recogiendo tímidamente, puesto que aún podríamos tener que permanecer en el campamento una noche más. Por ejemplo, se decidió no guardar las tiendas de campaña en las que dormimos, hasta el último momento. Pero era tan malo el temporal, que el varillaje que conforma la estructura se rompió en algunas de ellas, obligándonos a un rápido y precipitado repliegue de las mismas. Pendientes de la radio, escuchábamos como hora tras hora el embarco se posponía, temiéndonos que ese día fuera imposible. 

El campamento amaneció así: nevado y con fuertes vientos que hasta desengancharon la bandera.

Las tiendas donde dormimos se convulsionaban ya durante la noche, pero la fuerza del viento durante el día llego a romper las varillas de algunas de ellas.

No solo el viento obstaculizaba el cierre del campamento, sino también moderadas precipitaciones en forma de nieve y agua, en sus distintas variedades cayeron a lo largo de todo el día. Estar fuera traía consigo una ducha completa de agua fría, administrada de frente y con violencia, gracias a los vientos. Y el agua hizo que todo se llenase de barro, que acabo cubriendo el material, nuestros abrigos y guantes... cubriéndolo todo. Pero haciendo acopio de fuerzas e inmunidad a los elementos, nos ponemos en marcha. La previsión de que a lo largo del día el tiempo iba a mejorar era también acertada, y en un momento determinado, el comandante del Hespérides nos comunica que a primera hora de la noche va a intentarse y que en breve una Zodiac llegaría a playa. Así que aprovechamos la hora que queda para que comience "la fiesta" para cenar un poco de pasta rápidamente para coger fuerzas para las horas que nos esperan de porteos. Luego, chilenos y españoles nos ponemos rápidamente manos a la obra, recogiendo, porteando bidones y cajas a la playa, limpiando como podemos en un maremágnum de bártulos, barro y gente. En estos días ya oscurece y la noche nos pilla de lleno, haciendo que nuestros trayectos por el arroyo Petreles sean difíciles y que en algunos casos vayamos a tientas cegados por el agua en nuestras gafas y la falta de luz. Sólo los frontales dan un poco de luz para no tropezar con las piedras del camino, no meternos hasta la rodilla en el arroyo, o no caernos en la playa entre una masa nauseabunda de algas y heces de elefante marino.

La carga comienza a llegar a la playa, y en una sucesión de barqueos que duran muchas horas va llevándose todo al buque. Los barqueos tienen que interrumpirse varias veces debido a que el viento hace complicado e inseguro el trayecto para las embarcaciones. Por otro lado, cargar el material a la embarcación no es fácil ni agradable. La costa, cubierta de algas putrefactas, guano de elefante marino y barro, es un terreno desagradable y resbaladizo a sortear con las manos llenas de pesados bultos. Y el olor no ayuda. Pero poco a poco van saliendo embarcaciones cargadas de material desde la playa, y ya queda poco para cerrar el campamento.

Cerrar el campamento tampoco es fácil, y muchas cosas quedan hasta el último momento (comunicaciones, generador, limpieza, sellado de los módulos). Todo tiene que quedar limpio y ordenado (independientemente de en qué condiciones climáticas estemos trabajando) para cuando otros vengan tras de nosotros el próximo año. Y es que el este campamento, además de ser nuestra base de operaciones cuando trabajamos en Byers, es un refugio de emergencia. Así que tiene que tener de todo que permita a un reducido número de personas sobrevivir: agua, comida enlatada, sacos de dormir, tiendas de campaña, esterillas, una radio, baterías,... Cuando estamos terminando de cerrar el campamento comienza a amanecer. La claridad trae frío, posiblemente también debido al descenso de actividad tras los porteos más pesados. Así que cansados, sucios, sudando y helados de frío nos enfundamos en el que esperamos sea uno de los últimos telettubies de la temporada (con casi alivio) y con vientos de unos más de 30 nudos, llegamos finalmente al buque a las 5'30h de la madrugada.... Ha sido un día muy muy largo y duro, pero allí ya nos tienen preparados unos camarotes en los que poder quitarnos la apestosa indumentaria, darnos una merecida ducha caliente y disfrutar de un sueño reparador.

Un par de horas después estamos frente a la base Juan Carlos I. No nos hemos enterado del viaje porque después de la ducha hemos dormido como cachorros. En esta base se ha realizado una pequeña visita en la que recoger y dejar personal y material, solo nos queda esperar a que el tiempo sea más clemente de lo que fue ayer y nos permita volar de vuelta a la civilización mañana desde Rey Jorge. Crucemos los (ya entumecidos) dedos.

Uno de los módulos de Juan Carlos I nevado. Al fondo, el Hespérides. 

sábado, 26 de enero de 2013

Midiendo el CALM y cerrando Byers


Campamento Internacional Byers, Isla Livingston. 26 de Enero de 2013

Hoy nos espera un largo día, y aunque cansados tras la larga expedición de ayer, vamos animados a la malla del CALM para realizar las medidas de la capa activa. Después de pasar tantos días caminando en la zona llena de nieve, el trayecto se hace rápido, pero tenemos mucho trabajo por delante. 121 medidas de profundidad de permafrost, que acompañamos con medidas de la temperatura del suelo con diferentes sensores y a distintas profundidades, así como de la resistencia a la compresión del terreno. Dado que numerosos nodos de la malla se encuentran cubiertos de hielo, no podemos realizar medidas en estos puntos, pero esto no alivia demasiado nuestra tarea, ya que la colocación de la cuerda que marca estos nodos tenemos que realizarla igual, y con el deshielo que se está produciendo estos días que ha salido un poco más el sol, hay muchas arenas movedizas y barro en nuestra malla. Así que es una tarea complicada, lenta y sucia... menos mal que el tiempo nos respeta un poco y no hay niebla, ni nieva ni hace viento... casi un día ideal en Byers... pero si que hace frío y como tenemos las manos y los guantes mojados, pasamos un poco de frío. 

 
Una de las vistas de camino a la malla, en la altiplanicie de la península de Byers.

Ya bien entrada la tarde acabamos las medidas, y damos unos retoques a algunos de los elementos de la malla (hundimos estacas que el permafrost había ido expulsando, etiquetamos los nodos que habían perdido su identificador...). Hacemos algunas fotos de cómo ha quedado la malla para nuestros trabajos y cansados y contentos por haber acabado nuestro trabajo, volvemos a la base, donde el resto de habitantes de "Villa Byers" ya estaban recogiendo el campamento. Nos informan que nos recogerán unas 12 horas antes. Así que nos ponemos manos a la obra y recogemos lo poco que nos queda por meter en las cajas de material, y ayudamos a recoger a los demás. Parece que hemos salvado el embarco de madrugada que tenían planeado para nosotros en un principio, pero los mismos pronósticos que han venido dándonos unas previsiones tan acertadas estos días informan de fuertes vientos y precipitaciones para todo el día de mañana. Veremos como nos va...

Foto de grupo de los integrantes del campamento Byers en esta fase de la campaña, realizada días antes.

De momento celebramos la que deberá ser nuestra última noche acampados, invitando a los chilenos a una cena. Algo apretados, y sacando las provisiones que nos quedan, disfrutamos de un pequeño festín improvisado y de la cálida compañía (literalmente: alcanzamos un máximo de temperatura histórico dentro del iglú de 17ºC). Disfrutaremos de esta última velada festiva y distendida, y nos preparamos para lo que vendrá mañana...

La cena de despedida, en que españoles y chilenos nos juntamos (apiñamos) en el reducido espacio del módulo de vida.

viernes, 25 de enero de 2013

Recorriendo las playas del Sur

Campamento Internacional Byers, Isla Livingston. 25 de Enero de 2013

Hoy Byers nos regala algo inusual: una mañana soleada con "agradables" temperaturas. Esto es algo que ya esperábamos gracias a los acertados pronósticos meteorológicos que Paco Vasallo de la AEMET, que nos llegan cada día, y que Antonio Quesada se encarga de leernos a todo el grupo tras la cena en algo que se ha convertido en un pequeño ritual diario. Es por esto que habíamos planeado pasar la jornada en una expedición conjunta, todos los miembros del campamento Byers, aprovechando que se necesitaban tomar muestras de agua de unos lagos. Comenzamos la travesía bajando por el canal Petrel a la playa, camino harto conocido por todos, ya que es el camino que nos lleva a la playa donde tenemos almacenado nuestro material científico, y donde liberamos nuestras aguas menores. Pero esta vez continuaríamos nuestro camino bordeando la costa a nuestra izquierda (hacia el Este), caminando por la arena entre elefantes marinos, pingüinos y huesos de ballena.

Caminando por las playas del Sur de la península de Byers (Isla Livingston). El tiempo era magnífico. Al fondo el cerro Negro, nuestro primer destino.

Tras varias horas de plácida caminata, en la que traspasamos varios canales y la franja árida (donde los campos de musgos desaparecen para dejar un terreno yermo, salpicado por lagos de deshielo), llegamos al cerro Negro. Este oscuro relieve que resalta frente a la plana superficie nevada y llana del altiplano, se revela ante nosotros. El Cerro Negro fue un antiguo nunatak cuando la masa glaciar cubría esta zona de la isla hace ya unos miles de años. Lo bordeamos por su ladera este y sin mucho esfuerzo alcanzamos un pequeño lago helado que se encuentra escondido cerca de su cima. Mientras Antonio Quesada toma muestras de agua, exploramos y disfrutamos de este impresionante y pintoresco paraje, y aprovechamos para asomarnos al mirador que conforma la parte sur del cerro, y que ofrece unas magnificas vistas de las playas del Sur.

Antonio Quesada y Miguel Ángel a la orilla del lago sobre cerro Negro. 

Volvemos sobre nuestros pasos para seguir, esta vez, caminando sobre el altiplano. Pasamos cerca del lago Las Palmas, una lámina de agua que suele ser difícil de encontrar por encontrarse usualmente cubierta de nieve, y llegamos a otro lago más extenso cercano ya en la morrena frontal del glaciar (el lago Domo), donde se toma otra muestra de agua. A continuación seguimos nuestro camino hacia el nunatak de Clarke, más hacia el Este de la playa Sur de Byers, que al no estar cubierto uno de sus flancos por la nieve debido al retroceso de este glacial, podríamos decir que ha pasado a ser un no-nunatak. Desde lo alto de una morrena, avistamos otro relieve al que se adelantan nuestros técnicos de montaña, Hilo y David, para descubrir que el paso a Punta Elefante es practicable a través de la costa en condiciones de marea baja. Nosotros, tan solo bajamos para apreciar de cerca el frente de hielo, y volver por la costa al campamento.

De camino al nunatak. En primer plano una de las lagunas de deshielo.

El día se ha estropeado algo, y el sol se ha cubierto. Empieza a hacer frío, y el camino se vuelve algo más aburrido, con lo que decidimos acelerar el paso y amenizar el viaje hablando de todo un poco. Ya en el campamento constatamos que hemos hecho unos respetables 25 kilómetros. Muy cansados, disfrutamos especialmente de la merienda-cena y el acogedor ambiente del iglú, rematando la noche con otro pequeño pasaje de las historias polares del "viaje de invierno", que nos recuerda que aquí, incluso cuando lo pasamos mal por las duras condiciones climáticas, no se parecen a las que hay más hacia el sur, en el continente blanco, donde muchos de nosotros soñamos con llegar algún día... y con ese sueño nos vamos a dormir cansados pero contentos de haber disfrutado de un buen día en Byers.


miércoles, 23 de enero de 2013

Byers, trabajando en el CALM del Limnopolar.


Campamento Internacional Byers, Isla Livingston. 23 de Enero de 2013.

Ayer hizo muy buen día (dentro de los parámetros que podemos tener en la península de Byers). La mañana todavía era algo fría, pero de todas formas nos aventuramos a volver a seguir nuestro camino a la malla del Limnopolar, enfrentándonos, otro día más, a la niebla y a las raquetas de nieve.  Con tanta nieve, tenemos que alargar el camino a nuestra zona de trabajo, ya que hay que evitar las zonas bajas para no caer en los lagos que se empiezan a formar bajo la nieve, y que son tan peligrosos (o más) que las arenas movedizas que tanto nos atormentan por aquí.

Una vez en la zona de estudio, sustituimos los sensores del sondeo y del nivómetro. Uno de los sondeos tenía algo de hielo en el fondo, que Miguel Ángel purgó con ayuda de un tubo de goma. El nivómetro sufrió un pequeño percance al picar el hielo de su base. El sensor de 2,5 cm de altura, junto con su soporte, saltaron al retirar el hielo. También se había roto la placa de temperatura de superficie, pero habíamos preparado el repuesto en el campamento la tarde antes. Una vez reemplazados todos los senores ya quedó listo para pasar un nuevo año de medidas, al menos de las experiencias más importantes de la zona, aunque aún nos quedaban los nuevos experimentos que pusimos el año pasado, más el que queremos instalar este año.

Aprovechando el camino de vuelta, pasamos por la cámara de nuevo, y la reprogramamos; llegando, esta vez sí, a la hora de la comida al campamento. La tarde la pasamos de nuevo programando sensores para el día hoy. El tiempo por la tarde era muy bueno, y el mar estaba completamente plano, así que aprovechamos para unirnos al grupo del proyecto Limnopolar-3 y pasar por la playa, donde elefantes marinos, pinguinos, y un enorme grupo de petreles disfrutaba de la espléndida tarde.

Una de las vistas de camino al campamento, una de las típicas postales de la zona.

Hoy hemos vuelto, una vez más, a la cuenca del Limnopolar, aunque esta vez hemos ido los seis del campamento. Antonio, Ana, Hilo y David, estuvieron en el lago, recuperando sus últimos sensores que Antonio dejó en el lago durante varios años. Con una pequeña zodiac (por seguridad por si rompía el hielo bajo su peso) se adentraban sobre la banquisa del lago, mientras nosotros instalábamos los mini-nivómetros nuevos en la malla, así como dejamos de nuevo la red de cápsulas que tanto nos costó recuperar. De nuevo, tuvimos que ensuciarnos y empaparnos las manos abriendo los agujeros para enterrar las cápsulas. Pero esta vez resultó más fácil ya que los agujeros en el hielo permanecían abiertos desde el día que los abrimos. Hilo, el guía de montaña que siempre nos ha ayudado con nuestras tareas, nos ha echado una mano también, así que hemos ido bastante más rápido de los que esperábamos, y hemos podido regresar al campamento para comer.
Uno de los módulos del campamento Byers.

A falta de medir la capa activa del CALM (que lo haremos en unos días) hemos ido cumpliendo los objetivos para esta fase de la campaña. De momento, vamos a esperar para medirlo el día más próximo a cuando lo hicimos el año pasado el 27 de enero) y que de esta forma sean datos más representativos.

Esta noche, tras la cena, empezamos una actividad muy antártica, leer un libro. La particularidad es que se trata de "El peor viaje del mundo", y en concreto el capítulo "el viaje de invierno", donde se narra una expedición, allá por 1911, al interior de la Antártida en pleno invierno. Antonio lee en voz alta mientras el resto escuchamos (cuando conseguimos aguantar el sueño tras un duro día de trabajo) al calor de nuestras tazas de café o infusiones. Mañana más (trabajo y lectura).

lunes, 21 de enero de 2013

Un día de duro trabajo en Byers.

Campamento Internacional Byers, Isla Livingston. 21 de Enero de 2013.

Luchando por salir del saco, empezamos el día con un abundante y rico desayuno. Sabiendo lo que nos espera hoy harán falta energías. La vida en el campamento es sencilla, pero no nos falta de nada. Leche, café o infusiones, tostadas o los croissants que nos preparó Miguel, cereales y galletas. Un desayuno continental (más bien insular) en toda regla. Sin dilación, preparamos todo el material, nos colocamos las raquetas de nieve, y marchamos camino a la cuenca del lago Limnopolar. El panorama era... bueno, no había panorama. Una densa niebla nos cubría por completo el campo visual, a excepción de todo lo situado a escasos metros.

La cuenca del lago Limnopolar ha sido objeto de estudio desde el año 2001, y numerosos profesionales (liderados por Antonio Quesada) han pasado por la zona para estudiar sus diferentes aspectos. Nuestro proyecto forma parte de esto, y tenemos instalada una malla CALM y estaciones con sondeos cortos, que nos permiten monitorizar el estado térmico del permafrost y su capa activa. Además de estas experiencias, el año pasado pusimos en marcha algunas nuevas, como una red de cápsulas situadas a pocos centímetros de la superficie en los nodos pares del CALM. Instalarlos el año pasado en el terreno arcilloso de la malla fue sencillo. Pero ahora nos encontramos la práctica totalidad de la superficie cubierta de una heterogénea capa de nieve y hielo. Los banderines que dejamos para marcar estos nodos apenas eran visibles, y en algunos casos ilocalizables bajo el grueso manto de hielo. Esto era algo impensable el año anterior, cuando apenas algún nevero se acercaba a la malla.

Hilo y Miguel Ángel llegando a la malla del CALM. La niebla y la nieve lo cubren todo.

De nuevo palear nieve y picar el duro hielo. Pero en este caso además nos toca excavar el fangoso permafrost congelado, que tras picar y derretirse, forma pequeños agujeros de agua embarrada en los que parece que fuera a pescar un inuit. Aunque esta inusual capa de nieve nos salva parcialmente de las arenas movedizas, nos impone unas condiciones aún más duras de trabajo. Localizar las dichosas cápsulas no es tarea fácil cuando no conoces el sitio exacto y a veces el agujero tiene más de un metro de diámetro. El permafrost expulsa las estacas y algunos de estos nodos se encuentran ligeramente desplazados, con lo que no basta con buscar en el sitio que debería de estar...

Al retirar la nieve y el hielo queda un helado charco de agua fangosa en la que tenemos que excavar a tientas para encontrar los sensores dejados un año atrás.

Doloridos, y con los guantes empapados y las manos ateridas, hacemos un pequeño descanso para ir a la cámara fotográfica que hay situada al otro lado del lago, con el fin de recuperar las fotos que ha tomado a lo largo del año. Pasando sobre cauces congelados, y puentes de hielo, que en ocasiones colapsan a nuestro paso, y por zonas descubiertas, en la que los pies se nos hunden con raquetas incluidas; llegamos a nuestro destino. Allí recogemos las fotografías de todo un año, en las que más tarde en el campamento, comprobaremos cuando y cómo se ha cubierto de nieve el lago, nuestra malla y las inmediaciones. Algunas de las instantáneas, en las que se recoge un espléndido día despejado en mitad del invierno austral, son realmente impresionantes.

De vuelta a la malla, continuamos con el trabajo sucio. Al encontrar una de las cápsulas que creímos que serían imposibles de localizar, volvimos con esperanzas renovadas a intentarlo con las que en un principio habías descartado por el día de hoy. Finalmente, 36 de 36, ¡un nuevo éxito para el permafrost!

En algunos casos no era fácil encontrar el sitio exacto. 

Llegamos algo tarde al campamento para comer, así que aguantamos con la chocolatina que comimos a mediodía y esperamos a la cena para comer algo más. Dedicamos esa tarde a planear la siguiente jornada, programando los sensores de los sondeos, el nivómetro y la temperatura del aire que tenemos planeados recoger mañana. Esperemos que la niebla levante pronto y que además de facilitarnos el trabajo, nos permita disfrutar del impresionante y  paisaje de la península.

Por la noche cenamos bien y variado (aquí frío, viento y comida siempre hay de sobra) mientras charlamos sobre cómo ha ido el día, contamos anécdotas de otros años, y hablamos de los divino y lo humano (mucho más de lo humano) y siempre encontramos excusas para reír un buen rato... ¡qué buenos ratos se pasan en las sobremesas! El calor del fuego y de los seis metidos en el iglú calienta el ambiente. Finalmente, ya cansados del duro trabajo, nos enfrentamos a la última y dura tarea del día... meternos en el/los sacos de dormir realmente frío.

domingo, 20 de enero de 2013

Campamento Internacional Byers.


Península Byers, Isla Livingston. 20 de Enero de 2013.

Hoy ha sido nuestro primer día en la península Byers. Como ya esperábamos, el desembarco nos guardaba una sorpresa... en esta ocasión la niebla. Una niebla terrible que apenas dejaba unos 50 metros de visibilidad. Esto no parece mucho en la ciudad, pero aquí, cuando tienes que desembarcar en un lugar complejo como son las playas del sur de la península Byers, es demasiado poco.

A las 8 de la mañana (bastante más tarde de lo que estaba programado) nos han llamado a nuestro camarote para desembarcar. El comandante del BIO Hespérides nos había dado un camarote para que pudiéramos dormir unas horas... cosa que hemos agradecido, porque al final embarcamos a las 2'30 de la madrugada, en medio de la noche y las olas. En este desembarco bajamos junto con un equipo de 7 chilenos del INACH (Instituto Antártico de Chile), que acamparán también en las playas del Sur de Byers. Salimos dos zodiac hacia la playa, una con el equipo personal de los investigadores, y otra con los 9 investigadores. Como decíamos, la niebla nos jugó una mala pasada, porque tardamos más de una hora en recorrer el aproximadamente 1 kilómetro que separaban el barco de la playa.... y es que ni con GPS podíamos acertar con la dirección. Al final, y tras volver un par de veces al buque para orientarnos, gracias a las indicaciones que se daban desde el puente de mando al patrón de las embarcaciones, pudimos acercarnos a la playa y desembarcar secos y enteros, sin más percance que un largo paseo en barca en medio de la niebla. Y por fin  desembarcamos en Byers.

En la playa nos recibieron Antonio Quesada y Ana Justel (de la Universidad Autónoma de Madrid), junto con David Hita e Hilo Moreno, técnicos de montaña, los únicos habitantes de la península Byers, y viejos amigos de estas (y otras) latitudes. Antonio es el investigador principal del proyecto Limnopolar, que lleva trabajando en esta localización desde el año 2001. Gracias a Antonio, en la campaña 2008-09 empezamos a trabajar nosotros aquí también.

Los siguientes barqueos fueron más rápidos y a la una de la tarde ya teníamos todo el material en la playa en en el campamento (así como todo el material que bajaron los chilenos para su campamento). Ya instalados, comemos los seis en uno de los iglús y pasamos la tarde preparando el material para empezar a trabajar al día siguiente en nuestro emplazamiento de estudio en la cuenca del lago Limnopolar. Hilo y David nos habían instalado las tiendas de campaña, así que fue una tarde tranquila acomodándonos en nuestras tiendas y preparando el macuto de trabajo para el día siguiente.

Como siempre (excepto el año pasado como ya os contamos), el clima en Byers es bastante malo. Nos recibe con niebla, que se ha levantado un poco por la tarde, pero hace frío y se ha levantado bastante viento (como suele ser lo normal por aquí). Por la noche cenamos algunos de los platos que nos preparó Miguel, el cocinero de la base Juan Carlos I hace unos días... no sabemos si es por el día tan largo que hemos tenido, por el frío, o porque nos embarga el espíritu de Byers, pero comemos frugalmente antes de irnos a pasar nuestra primera noche en Byers. Un par de sacos de dormir nos esperan en la tienda, esperemos que sean suficientes para no pasar demasiado frío. Ya os contaremos.

Nos vamos a Byers.


BIO Hespérides. 20 de Enero de 2013.

Ha sido el último día en la base Juan Carlos I. Un día raro que ha amanecido nevando, y lloviendo a ratos. Hemos pasado el día recogiendo definitivamente el equipaje y nuestras cosas que teníamos repartidas por uno y otro módulo de la base... Aprovechando para darnos la última ducha en un largo periodo (en Byers no hay cómo),... en fín, trasteando acá y allá. Un día de esos tontos en los que no podíamos trabajar mucho porque las cosas ya están recogidas y sólo quedaba esperar a que venga el barco a recogernos. Así que una tarde (de sábado) de esas lluviosas, grises y llenas de bruma que también hay en la Antártida.

Al final del día, después de la cena hemos pasado el rato jugando al dominó y a las damas con los compañeros de la base, ya que hasta las 12'30 horas no estaba prevista la llegada del BIO Hespérides a la base. Apareció puntualmente, y bajamos a la playa a despedirnos de nuestros colegas y a embarcar. Está previsto que desembarquemos en Byers en un par de horas, cuando nos lo permita la marea.

Y así hemos acabado una fase más de esta campaña, con el trabajo (todo lo que estaba en nuestra mano) hecho, y con tristeza por separarnos de nuevo de nuestros ya amigos técnicos de la base y colegas científicos con quienes hemos compartido estos días.

Foto_58: Foto de todos los integrantes de esta fase en la Base Antártica Española Juan Carlos I en la campaña 2012-2013.

Continuaremos contándoos nuestras aventuras por península Byers (y el desembarco, que siempre guarda alguna sorpresa).

viernes, 18 de enero de 2013

Preparados para Byers.


BAE Juan Carlos I, Isla Livingston. 18 de Enero de 2013.

Ya no hay tiempo para más. Hemos trabajado a un ritmo desenfrenado, y aunque no hemos resuelto el problema de la cadena termométrica del sondeo de 25 metros en la cima del monte Reina Sofía, ya no tenemos tiempo para más pruebas, cambios del programa, más pruebas,... eso nos llevaría, aproximadamente una semana más, y tenemos sólo dos días... Así que decidimos que la cadena se quedará este año tal y como está, y ya veremos si podemos traer, una nueva con un proyecto futuro, o un experto que nos ayude a solventarlo, o... quién sabe.

Así que ya acabadas las tareas en este emplazamiento, empezamos a preparar el material que nos llevaremos al Campamento Byers. Bueno, nos llevaremos todo, pero como allí dejaremos las cajas en la playa, tendremos que colocarlo de tal forma que lo que vayamos a usar allí esté a mano y listo para sacar y subir al campamento y la zona de estudio (la cuenca del Lago Limnopolar). Pasamos el día organizando el material que hemos utilizado, separando la basura que hemos generado (restos de bridas, tuercas oxidadas, restos de siliconas,... ), sacando el material que ya no usaremos, guardando y protegiendo la electrónica... y reorganizando todo en las cajas para que pesen lo menos posible (hay que tener en cuenta que llevamos algunas baterías de respaldo) y que nos dejen a mano lo que seguro usaremos en Byers.

El único descanso nos lo tomamos ayer por la tarde, que aprovechamos la buena mar y "buen tiempo" (poco viento en este caso), para ir a visitar el frente del glaciar Johnsons, que está a unos 300 metros de la base. Estuvimos paseando por el frente del glaciar (con cuidado de no acercarnos demasiado a las zonas de desprendimientos de hielos), y haciendo fotos fantásticas.

Foto_56: Frente del glaciar Johnsons.


Foto_56b: Antonio y Miguel Ángel en las proximidades del Fondeadero Johnsons.

Y el regreso fue lento pero espectacular  con la bahía repleta de hielos que el viento lleva un par de días trayendo hacia la Caleta Española. Un paisaje de la mar en calma pero repleta de hielos que van chasqueando a medida que se van liberando las burbujas de hielo que contienen.


Foto_57: Regresando en zodiac a la base atravesando el brass (trozos de hielo) que a llenado la bahía.

Y hoy hemos continuado y acabado con la tarea de organizar las cajas, que ya están en la playa a la espera de que mañana se embarquen en el BIO Hespérides para llevarnos a Byers. La maleta ya está prácticamente hecha, y nosotros listos para la última (y más dura) fase de la campaña. Este ritmo de trabajo ya está haciendo mella en el cuerpo y estamos bastante cansados, y con dolores acá y allá (de palear, picar nieve, subir herramientas al monte, caminar con raquetas de nieve...), pero no perdemos las ganas de trabajar ni la ilusión con la que nos embarcamos en esta campaña. Hay cosas que no han salido como queríamos o cómo debieran, y el tiempo que nos han dado es demasiado ajustado, pero ya estamos deseando iniciar la etapa final de la aventura en Byers... ¡no os dejaremos de contar los detalles!

miércoles, 16 de enero de 2013

Últimas actividades en el Monte Reina Sofía.


BAE Juan Carlos I, Isla Livingston. 16 de Enero de 2013.

Hoy hemos dado por acabadas, para bien o para mal, nuestras actividades en el Monte Reina Sofía. Esta mañana hemos subido allí para comprobar que el cambio de la electrónica que hicimos hace un par de días ha funcionado y que todo vuelve a la normalidad...

Pero no. No ha habido suerte. Aunque el sensor de temperatura y humedad y el de flujo térmico del suelo funcionan, la cadena termométrica se resiste y no da datos válidos. No podemos decir aquello de "un nuevo éxito para el permafrost" con el que solemos concluir nuestras tareas por estas tierras. La instalación está bien hecha, pero no hay datos. Solventar esto requeriría de, al menos, una semana más, así que dado el escaso tiempo con el que contamos esta semana, no nos queda más remedio que dejarlo como está y ver si de repente (tal y como se estropeó) quiere volver a funcionar a lo largo del año... Y pensaremos en reponerla para el siguiente proyecto.

Por otro lado, estuvimos trabajando en el sondeo de 15 metros, instalando una nueva boca para el sondeo, de tal forma que sea completamente estanco, y con un triple sistema de cierre de seguridad (un bidón, una caja estanca, y un cierre estanco para la boca). Con esto esperamos que ya no entre agua en el sondeo nunca más y podamos estar tranquilos y seguir recuperando datos año tras año. Sólo nos queda la incertidumbre de si en los años venideros habrá cada vez más o menos nieve en este lugar.. sin duda un buen lugar para estudiar el llamado cambio climático.


Foto_54: La boca del sondeo de 15 metros listo para ser sellado.

Con estas tareas damos por concluídas nuestras actividades en el Monte Reina Sofía por esta campaña (y no sabemos hasta cuando más). Y el tiempo, que parece haberse dado cuenta, nos despide con un poco de sol y unas magníficas vistas, dejándonos entrever, a través de las nubes, los glaciares del monte Friesland, al otro lado del glaciar Hurd donde estamos nosotros. Curro y Arkaitz, otros de nuestros amigos montañeros de la base, suben a buscarnos en moto de nieve y cargar las palas y material que habíamos usado en estos días en el Sofía. Aprovechando la bajada, nos acercamos al monte Napier a disfrutar un poco más de las vistas de esta isla y sus glaciares. Sin duda una despedida espléndida de estos glaciares que retendremos durante mucho tiempo en nuestras retinas (y en todas la fotos que hemos aprovechado para hacer).


Foto_55: La superficie helada de la isla Livingston desde el Monte Napier.

martes, 15 de enero de 2013

Pescando en fondeadero Jhonson.


BAE Juan Carlos I, Isla Livingston. 15 de Enero de 2013

Hoy ha sido un día de lo más entretenido. Por la mañana hemos subido al Collado Ramos, donde teníamos que cambiar un protector de radiación de nuestra estación de medida de la temperatura del aire. Ha sido una tarea rápida y hemos regresado pronto a la base.

Luego, aprovechando la buena mar, nos embarcamos con Julio (el experto en navegación) y Clara (la doctora) para recuperar unos sensores que dejamos el año pasado en el fondeadero Johnsons para medir temperatura del mar en el fondo y a 1 metro en la lámina de agua. Hace un par de días lo intentamos y nos encontramos la cuerda que sujetaba los sensores a tierra, cortada y enterrada bajo las rocas de la playa. Así que se trataba de una operación de rescate en toda regla. Hay que decir que ni Julio ni Clara tenían mucha fe en que pudiéramos lograr encontrar los sensores. Aunque la marea estaba baja, la visibilidad era nefasta, y no se podía ver el fondo.

Así que localizado con el GPS el lugar donde dejamos los sensores el año pasado, soltamos por la borda un rezón (un pequeño ancla) y lo fuimos arrastrando por el fondo con el propósito de enganchar el muerto (una cadena para hacer de peso y mantener los sensores en el fondo) al que están sujetos los sensores. Julio iba navegando lentamente en círculos alrededor del punto de fondeo y nosotros manteniendo el pequeño ancla en el fondo listos para sentir cuando enganchara el muerto.

Tras un buen rato sin conseguir nada más que alguna que otra falsa alarma (al enganchar el ancla alguna pequeña roca), Julio decidió que debíamos dividirnos para ampliar las posibilidades. Así que Antonio se quedó a bordo de la zodiac siguiendo con la "pesca" del sensor, y Miguel Ángel, con un traje de supervivencia para aguas frías, se hechó al mar con el bichero de la zodiac y un visor intentando rastrear el fondo, con el agua hasta el pecho.


Foto_52: Miguel Ángel intentando "pescar" los sensores de temperatura en Fondeadero Johnsons.

Al poco tiempo, Antonio dio el aviso de que algo había "pescado" y por suerte fue el muerto que sujetaba nuestros sensores. Así que tirando y tirando de él, conseguimos subir a la zodiac nuestros dos sensores. "Un nuevo éxito para el permafrost". Así que gracias a la ayuda de Julio y de Clara, conseguimos un año más rescatar de las aguas del fondeadero Johnsons nuestros sensores de temperatura... ya veremos que dan los datos, pero regresamos a comer muy contentos por este éxito, y con nuevas anécdotas que contar (como que un lobo marino se asomó a nuestra zodiac mientras nos hacíamos una foto para celebrar la recuperación de los sensores).


Foto_53: Antonio en la zodiac con los sensores recién rescatados del fondo del mar

Por la tarde estuvimos acabando de realizar el mantenimiento de tres de nuestras estaciones más cercanas a la BAE: Base, Nuevo Incinerador e Incinerador. Los dejamos listos para pasar un nuevo invierno antártico.

lunes, 14 de enero de 2013

Un duro día de trabajo en el Monte Reina Sofía.


BAE Juan Carlos I, Isla Livingston. 14 de Enero de 2013

Hoy ha sido un día duro de trabajo en el Monte Reina Sofía. Hemos empezando por lo más fácil, cambiando los sensores de la estación de Morrena, a medio camino de la cima del monte Reina Sofía. Pero el resto de la mañana hemos tenido que realizar el cambio de la estación automática que toma datos de temperatura del suelo en el sondeo de 25 metros de profundidad en la cima. Como ya comentamos, el pasado 20 de abril dejó de tomar datos, así que hemos decidido cambiar tanto la electrónica como la caja estanca. Así dicho parece un trabajo rápido (y en otras condiciones lo puede ser), pero con el frío que hacía hoy en la cima, ha sido un trabajo bastante duro, especialmente si tenemos en cuenta que hemos tenido que estar quietos en el sitio sustituyendo cables de un sistema de adquisición de datos a otro, trabajando con el ordenador,... ya no sentíamos las manos ni los pies... Y aunque el parapeto que nos han dejado para evitar un poco el viento ha funcionado para que no se mojara la electrónica, nosotros hemos pasado el mismo frío...

Y en eso hemos pasado la mañana, desconectando cables, desmontando la caja estanca, montando la nueva, instalando el cableado, instalando la electrónica, rehaciendo las conexiones, programado el dispositivo, afianzando y haciendo estanco todo el conjunto...
Menos mal que al final de la mañana las nubes se han abierto un poco y aunque hacía el mismo frío, los escasos rayos de sol nos han calentado un poco las manos... que ya las teníamos ateridas de frío por tener que sacarnos guantes para hacer las conexiones de los cablecitos... y aunque perdimos la sensibilidad en algún dedo que otro, no ha habido congelaciones.

Mientras nosotros hacíamos esto, Julio (el experto en náutica de la base) que nos ha acompañado hasta el monte Reina Sofía, junto con Iñaki (uno de los montañeros), han estado quitando el hielo de otra de nuestras estaciones donde tenemos un sondeo de 15 metros repleto de sensores de temperatura. Y es que este año estaba enterrado bajo 60 cm de hielo y otros 80 cm de nieve... El año pasado dejamos en sondeo cubierto con un bidón, pero al abrirlo por la mañana Iñaki y Julio se han encontrado con que estaba repleto de hielo también. Así que mientras nosotros trabajábamos en la cima, ellos han estado picando el hielo para poder acceder al sondeo, algo que han hecho, debemos decirlo, a la perfección. Cuando hemos acabado en la cima y nos hemos acercado hasta allí, nos hemos encontrado el bidón completamente vacío de hielo, como si lo acabáramos de colocar. Pero había más sorpresas. Al abrir la caja estanca que protege el sondeo nos hemos encontrado con que debió de entrar algo de agua en la caja "estanca" durante el invierno, y teníamos hielo dentro de ella. Tras picar el hielo de dentro de la caja decidimos abrir el sondeo para recuperar los sensores, pero otra nueva sorpresa nos esperaba, había entrado también agua en el sondeo (posiblemente absorbida por el cordino del que penden los sensores), así que no era posible recuperarlos... o algo peor, que no fuera posible seguir utilizando el sondeo nunca más. Sin duda, una catástrofe.

Pero Iñaki bajó al refugio a por la sonda de vapor que ya nos salvó de un apuro similar en la isla Decepción hace un par de campañas. Al final, aunque tardó mucho en calentar el agua (con el frío que estaba haciendo era normal), en apenas 30 segundos consiguió soltar el hielo que se había metido en el sondeo. Un verdadero alivio. Al menos no habíamos perdido el segundo sondeo más importante que tenemos en la Antártida. Bastante disgusto tenemos con los problemas que nos hemos encontrado en el sondeo de 25 m, como para perder dos sondeos en la misma campaña. Hemos dejado los nuevos sensores sin instalar. En un par de días subiremos de nuevo a comprobar si la cadena termométrica ha vuelto a funcionar en el Monte Reina Sofía, y a instalar una nueva boca para el sondeo de 15 m (más estanca), y a meter los nuevos sensores.

Por la tarde regresamos a la base hambrientos, cansados  y aunque ya con calor por el descenso, con el cuerpo entumecido por el frío... Pero recuperamos el tono rápidamente con un buen plato de garbanzos que nos tenía preparado Miguel, el magnífico cocinero de la base. El resto del día lo pasamos volcando los datos de la estación de Morrena, y preparando el material para el día siguiente.

Nos vamos a dormir tras un duro día de trabajo en el Sofía con el alivio de haber salvado un sondeo, pero con la incertidumbre de si hemos conseguido solucionar el problema en el otro... ya os contaremos.

domingo, 13 de enero de 2013

Nieve y sondas en península Hurd.

BAE Juan Carlos I, Isla Livingston. 13 de Enero de 2013.

Hoy es domingo festivo en la base que nos acoge en estos momentos, Juan Carlos I. Y hay que especificar, ya que esto no siempre es así, porque en la Antártida hay trabajos que no pueden esperar, y un domingo de buen tiempo tendría que ser sacrificado si hay trabajo que hacer. Pero hoy el tiempo no acompaña y nos permite parar un momento y hacer memoria de estos últimos días, aquí en isla Livingston.

La isla Livinston vista desde el BIO Hespérides a nuestra salida de Isla Decepción.

Nada más salir de la Isla Decepción, el tiempo magnífico nos permitió hacer un viaje tranquilo con espectaculares vistas de la isla Livingston, de icebergs, pinguinos, y hasta orcas... Al final de la tarde llegamos a la BAE JCI, donde, tras desembarcar el material, dejamos el buque para iniciar nuestra segunda fase de campaña. En la playa saludamos a nuestros colegas y a la dotación de la base. Como las operaciones de desembarco acabaron tarde, nos tomamos un vaso de leche y nos fuimos a dormir, pues al día siguiente queríamos empezar a trabajar cuando antes, subiendo al Monte Reina Sofía.

A la mañana siguiente, y sin perder tiempo subimos a nuestro sitio favorito de la zona, el monte Reina Sofía. La razón, si ya el año pasado encontramos el sondeo de 15 m que allí se encuentra muy cubierto de nieve, este año podría ser incluso peor, visto lo visto en isla Decepción. Todo el camino estaba cubierto de amplios y profundos neveros, lo que no era muy buena señal. Tanto es así que hasta hace dos días se podía subir en moto de nieve directamente desde la base. Nos ponemos en marcha, equipados con raquetas de nieve para poder caminar con más facilitad con tanta nieve, aunque no sabemos hasta qué punto facilitan o dificultan la tarea al no estar acostumbrados a ellas.

Una vez arriba, nuestros peores temores se confirman. Bajo un uniforme manto de nieve debería estar el sondeo... Menos mal que previsores habíamos enterrado un "Recco", un dispositivo de salvamento para casos de aludes, en la tapa del sondeo. Al rato de cavar y guiados por los sonidos del dispositivo que nos guía, logramos dar con la perforación. El entrenamiento de palear nieve en isla Decepción ha servido de algo y con ayuda de Clara, la joven médico de la Base, e Iñaki (nuestro viejo amigo y montañero experimentado), damos con el mismísimo tesoro. Pero se encontraba bajo más de 50 cm de hielo y más de 1 metro de nieve. Aunque hemos picado y derretido parte del hielo con una sonda de vapor, no queremos arriesgarnos a abrirlo todavía, ya que podría inundarse, y las prisas nunca son buenas consejeras.

Clara, la médico de la base ayudándonos a sacar del hielo el sondeo de 15 metros.

Por fín, aparece la instalación que dejamos el año pasado... pero el sondeo está aún 50 cm más abajo enterrado en el hielo.

Algo más arriba, en el sondeo de 25 metros, al descargar los datos de esta sonda automática, ¡varios sensores no estaban leyendo! Analizando los datos en la base vemos que el 20 de Abril sucedió algo extraño, e inesperadamente los sensores cesaron sus mediciones de forma completamente repentina. De momento la lluvia amenaza, y no podemos arriesgarnos a abrir electrónica con tanta humedad, podría romper nuestros repuestos, y entonces si estaríamos en un aprieto. Esperemos que el tiempo mejore pronto, ya que nos vamos en poco menos de una semana y no podemos más que especular con lo que aquí puede estar sucediendo.

Mientras tanto, estamos realizando el remplazo del resto de estaciones distribuidas por la península, incluyendo el nivómetros, la placa de temperatura del suelo y un pequeño sondeo en el monte Reina Sofía (todo queda pequeño comparado con el sondeo de 25 metros que está dando problemas). Con suerte, y si el tiempo lo permite, mañana o pasado podremos hacer las pruebas con el sondeo estropeado, ¡Cruzad los dedos!

miércoles, 9 de enero de 2013

Punto y final en isla Decepción.

BIO Hespérides, Mar de Brandsfield. 9 de Enero de 2013.

Ya hemos acabado nuestro trabajo en la isla, consiguiendo, como comentamos, la mayor parte de nuestros objetivos.

Hemos pasado los últimos días trabajando en el campo a pesar del mal tiempo, y rematando algunos de los experimentos que nos quedaban por hacer y concluir. Pero en esta fase de la campaña, por un lado, hemos conseguido reemplazar todos los sensores que han estado tomando datos a lo largo de todo el 2012. Sólo media docena de ellos han fallado debido al efecto del hielo, pero por suerte han sido sensores no vitales, así que los experimentos no se ven influidos de forma relevante. Por otro lado, hemos tenido la suerte de que ninguna de las estaciones de medida se hayan visto gravemente afectadas por el duro invierno, y el mantenimiento en esta ocasión ha sido muy sencillo. Sólo hemos tenido que dejar sin hacer la medición del espesor de la capa activa debido a que las fechas en las que este año hemos llegado a la base son demasiado tempranas comparado con otros años, así que los datos no serían representativos. Por suerte, nuestros colegas Alice y Gabriel lo medirán por nosotros.

El llegar demasiado temprano a esta base (normalmente lo hacemos a finales de enero), ha supuesto el inconveniente de encontrar mucha nieve, lo que ha complicado las tareas que hemos desarrollado en la zona de estudio. Pero también ha provocado algunos percances en la parte de habitabilidad, ya que hemos tenido una vida menos cómoda hasta que se han activado todos los servicios de la base... pero es parte de la aventura antártica.

Todo el trabajo que hemos realizado, y del que tal vez no hemos dado demasiados detalles en los días anteriores (debido a lo rápido que hemos tenido que trabajar), no habría sido posible sin el apoyo de la dotación de la base, que ha hecho todo lo posible, poniendo a nuestra disposición las instalaciones, pero también poniendo todo su empeño para que tuviéramos la comodidad, así como los recursos o materiales necesarios para que pudiéramos desarrollar nuestros esperimentos, medidas, etc. Sin el apoyo de este magnífico grupo de 12 personas del Ejército de Tierra español, no habríamos podido hacer mucho aquí. En unas horas saldremos de la base concluyendo esta fase de nuestra campaña, y dejaremos atrás a este equipo que merece un reconocimiento por su entrega, su entusiasmo, su duro trabajo y su buen hacer para que nosotros (nuestro equipo y todos los investigadores que pasamos y pasaremos por la base) podamos desarrollar esas tareas científicas que nos han traído hasta aquí. Y siempre con una sonrisa y toda su disponibilidad para nosotros. Así que desde estas líneas queríamos agradecerles todo su trabajo.

 Dotación de la BAE Gabriel de Castilla, del Ejército de Tierra, de la campaña 2012-2013.

Ayer, por la tarde estuvimos acompañando a nuestro colega Amós, a fondear unos mareógrafos en varios puntos de la isla, y también a cambiar un gps de sitio. La tarde estuvo fantástica, soleada, sin viento ni nubes... una buena tarde para nuestro último día en la isla. Antes de la cena, Miguel Ángel impartió una pequeña conferencia sobre el permaforst para explicar a la dotación de la base, pero también a los colegas científicos de otros proyectos, el objetivo de nuestro projecto, y la utilidad de la ayuda y el apoyo que nos han dado durante estos días. Después se ha despedido a los investigadores que mañana abandonan la base, entre ellos Antonio y Miguel Ángel, tras lo cual se ha cenado.

Ayudando a Amós con sus trabajos en distintos lugares de la isla.

Esta mañana hemos estado acabando de hacer nuestro macuto para salir hacia Livingston. A mediodía ha llegado el BIO Hespérides a Decepción para dejar en la base a varios investigadores (entre ellos a nuestro amigo Cristobo, que es además el Director del Instituto Español de Oceanografía en Gijón), y recogernos a nosotros y a los que salen ya de zona Antártica via Ushuaia. La despedida ha sido de lo más emocionante, con un primer acto de arriado de banderas (la alemana y la brasileña por los colegas de esos países que estaban en la base), y después con el BIO Hespérides haciendo sonar sus sirenas, pasando con nuestra zodiac bajo unas banderolas.... Y una vez a bordo del BIo Hespérides, la zodiac con el comandante de la base acompañándonos para despedirnos, y desplegango una enorme bandera de España en lo alto de un cerro... una despedida que cerramos brindando con champán a la salida de Decepción por los Fuelles de Neptuno, para, como dice la tradición, volver por por estas tierras...

Los Fuelles de Neptuno nos despiden a nuestra salida de la Isla Decepción.

Nuestras aventuras y trabajo continúan en la Antártida, pero este es el punto y final (esperamos que sólo por esta campaña) en la isla Decepción.

domingo, 6 de enero de 2013

Un día muy especial


BAE Gabriel de Castilla, Isla Decepción, 6 de Enero de 2013

¡FELIZ DÍA DE REYES!

Esperamos que los Reyes Magos os hayan traído aquello que deseabais  Nosotros, por ser domingo nos hemos levantado un poco más tarde de lo normal (a las 9 de la mañana), con la sorpresa de que los Reyes Magos de Oriente habían llegado hasta la base durante la noche, entre una horrible tempestad de viento y nieve. A pesar de estar en un lugar tan remoto, estamos agradecidos por que sus Majestades se hayan acordado de nosotros y nos hayan dejado un pequeño detalle a cada unos de los habitantes de esta pequeña base. Así que con mucha ilusión hemos abierto nuestros regalos e intercambiado charlas y sorpresas mientras desayunábamos un chocolate calentito.
Los regalos junto al árbol de Navidad, los caramelos dentro de las zapatillas: los Reyes Magos han hecho notar su presencia en Gabriel de Castilla. 

Como la mañana se ha levantado todavía con tempestad, aprovechamos para rematar algunas cosas pendientes en la base antes de dirigirnos a la Base Antártica Argentina "Decepción", donde hemos sido invitados a comer y celebrar este último día de las fiestas de navidad todos juntos. Así que tras ponernos toda la ropa de abrigo que podemos, nos dirigimos a la base vecina donde nos reciben con gran cordialidad. Lo primero de todo es entregar a nuestros vecinos los regalos que los Reyes Magos han dejado en nuestra base para ellos. Un bonito detalle.

Aprovechamos que estamos todos reunidos para celebrar, como no puede ser de otra forma, un pequeño partido de fútbol al abrigo del monte Cerro de la Cruz, que nos protege de los fuertes vientos (aunque no del frío). Así que ataviados con las equipaciones de los clubs Sevilla y Betis, celebramos el I derbi Sevilla-Betis en la Antártida... Más allá de esta anécdota, es un partido de hermanamiento de lo más divertido, y que acaba con un 0-0 en el marcador. El frío y el campo de juego (una explanada irregular de nieve) no dejan ver grandes jugadas pero si un divertido partido, que acaba cuando el balón es lanzado al medio de una laguna... mañana el viento lo devolverá a la playa, pero es una buena forma de acabar el partido...

Los miembros de las dotaciones española y argentina, así como algunos científicos, conforman el Sevilla y Betis antártico, que celebraron un frío encuentro, que acabó en empate.

Después comemos en la base Decepción, intercambiado anécdotas del partido, charlando sobre nuestras países, familias, amigos, investigaciones, trabajos,... Estos pequeños ratos que podemos pasar de descanso en la Antártida, especialmente en fechas tan señaladas, hacen muy especiales los días en este pequeño confín del mundo. Tras la sencilla comida, compartimos unos roscones de reyes y unos mates.

Charlando antes de comer en la base Decepción el día de Reyes

Nos despedimos de nuestros anfitriones (y de nuestros colegas Alice y Gabriel) con una estupenda guerra de bolas de nieve. No podía ser de otra forma aprovechando toda la nieve que ha dejado la tempestad y que ha salido un poco el sol... De regreso a la base, Antonio y Miguel Ángel deciden decorar un poco la base construyendo un muñeco de nieve (a quien han bautizado como Antartica), y un pingüino (pingu) y una foca... Una buena forma de acabar este día de Reyes.

Antartica, la muñeca de nieve

sábado, 5 de enero de 2013

¡Objetivos cumplidos!


BAE Gabriel de Castilla, Isla Decepción, 5 de Enero de 2012

Aprovechando una ventana un poco "menos mala" de tiempo, salimos a acabar el trabajo en nuestra zona de estudio en Crater Lake. Aunque ventoso, el camino no se hace complicado, y además nos acompañan Marta (la médico de la base) y Alfredo (especialista en montaña). La travesía se hace más llevadera y divertida que habitualmente ya que ambos van grabando el recorrido con una cámara de vídeo y haciéndonos fotografías.
Antonio, Miguel Ángel y Alfredo, el especialista en montaña de la base, de camino al Crater Lake.

Una vez en la zona, entre los cuatro estuvimos paleando un poco de nieve y picando un poco de hielo para dejar al aire los instrumentos y poder recuperar así los sensores. Una vez hecho esto, regresamos a la base, volcamos los datos y rápidamente volvimos a programarlos para dejarlos listos para el siguiente año. Alfredo volvió a acompañarnos de nuevo a la zona para reinstalar los sensores. La velocidad en este tipo de trabajos no es nada bueno, pues es una fuente de errores (programaciones erróneas, olvidos, malas instalaciones,...), pero el viento comienza a aumentar su velocidad y la tempestad amenaza de nuevo. Con la ayuda de Alfredo, conseguimos instalar rápidamente (y bien) todos los sensores, dando por concluidas las operaciones en el CALM de Crater Lake. Sólo nos quedaría por medir el espesor de la capa activa, pero dado que hemos venido demasiado temprano en el verano austral, los resultados no serían comparables con los de otros años. Así que dejamos esta tarea a Alice y Gabriel que lo medirán en Febrero.

Antonio preparado para capear el temporal en la zona de estudio.

Lo dicho, con esto conseguimos realizar todas las operaciones de mantenimiento de las estaciones TSP y CALM en la isla Decepción. No son todos los objetivos de la Acción Complementaria, pero la falta de fondos no ha permitido otras actividades. En cualquier caso, estamos contentos, poder decir que hemos cumplido los objetivos de esta fase de la campaña.

Por la tarde, el tiempo empeora bastante y una ventisca lo complica más... Nosotros aprovechamos para recoger todo nuestro material del módulo científico y preparar las cajas para dejarlas listas para la siguiente fase en la BAE Juan Carlos I, en la isla Livingston. Ya por la noche, sábado noche y además Noche de Reyes, aprovechamos para descansar un poco y revisar todo lo que hemos estado haciendo estos días. Sin duda una aventura interesante: Empezamos por la apertura de la base y las dificultades de no tener agua corriente; luego la complicación de tener la base medio enterrada en la nieve; siguiendo por nuestras tareas propias del projecto, sacando de la nieve los instrumentos, volcando datos, volviendo a instalarlos.... Y con condiciones climáticas no demasiado benignas... pero es por lo que hemos querido venir aquí, así que no nos quejamos, sino que disfrutamos de estas aventurillas aunque sean por cuestiones de trabajo.

Miguel Ángel sobre las cajas ya preparadas y listas para la siguiente fase del proyecto.

Bueno, nos vamos pronto a la cama. Mañana a lo mejor llegan los Reyes Magos, y si nos pillan despiertos... ¡Feliz Noche de Reyes!

viernes, 4 de enero de 2013

El mal tiempo llegó


BAE Gabriel de Castilla, Isla Decepción, 4 de Enero de 2013

Hoy teníamos pensado acompañar a nuestros colegas Alize y Gabriel, en la Base Decepción, a la base del Monte Irizar, donde tienen instalado un sitio CALM. Les queríamos ayudar a subir una batería y a instalar una placa solar para cargarla evitando el penoso trabajo de subir y bajar la batería hasta allá arriba.

Sin embargo, el día no ha empezado bien. La noche ha sido ventosa, pero esta mañana se ha levantado bastante mal, con mucho viento y ventisca... así que tenemos que aplazar la visita al sitio CALM del Irizar. Así que las tareas del día se quedan ahora pendientes del clima. Si mejora un poco podemos subir a nuestro sitio CALM del Crater Lake a recuperar los sensores de los mini-termonivómetros, para programarlos y subirlos lo antes posible... Pero la cosa no ha ido bien, y al final el día se ha quedado un poco tonto. Una ventisca importante fuera, y nosotros adelantando un poco de trabajo, pero siempre pendientes de la bandera de la base para ver si el viento arreciaba... algo que no ha ocurrido y hemos tenido que, a media tarde, suspender cualquier intento de subir a nuestra zona de estudio. Parece que mañana puede haber una ventana de tiempo "menos malo", que nos permita, en un intento desesperado, subir a la zona, desenterrar los mástiles, recuperarlos sensores y bajar de nuevo a la base, allí realizar el volcado de datos, la programación para el nuevo año y de nuevo subir a instalarlos y dejarlos listos para el nuevo año...

Se prevee que sea la última ventana de buen tiempo antes de que el BIO Hespérides vuelva a recogernos por el día 8 o 9 (como siempre se ha adelantado el calendario y tenemos que ir estresados y a la carrera... cosas de la campaña).

Pero bueno, en medio de este día raro, hemos conseguido localizar el sondeo que hicimos junto al módulo de vida de la base con el fin de estudiar el efecto del calor del propio módulo sobre el permafrost que hay bajo ella, y cuya fusión podría provocar problemas en los soportes (algo así como los pilares) de la base... Aún nos queda analizar los datos, pero por lo menos tendremos algo de donde partir para este nuevo tipo de estudio...

Sondeo "PermaAdrián" junto al módulo de vida de la base para monitorizar el permafrost bajo él.

Mañana os contaremos si al final se ha podido salir a trabajar fuera de la base y cómo nos ha ido. 

jueves, 3 de enero de 2013

Trabajo duro en exteriores e interiores


BAE Gabriel de Castilla, Isla Decepción 3 de Enero de 2013

Empezamos el año con energías renovadas, y ya el segundo día de 2013 nos subimos a Crater Lake a seguir con lo nuestro. Con todos los sensores listos y programados, solo queda colocarlos y... volver a enterrarlos en nieve. Intentamos que tanto los nivómetros, como los sondeos y placas de temperatura del suelo se encuentren en las condiciones más semejantes a como se encontrarían si no los hubiéramos extraído (dentro de lo posible). 

Colocando los sensores de los nivómetros, algunos de ellos se encontraban enterrados por un metro de nieve.

Además, colocamos los tres mini-nivómetros que teníamos preparados. Esto es bastante complicado, ya que el suelo está congelado hasta la superficie y con una gruesa capa de hielo en algunos puntos. Picar en el permafrost es bastante menos gratificante que estudiarlo mediante los gráficos de temperatura. Esta amalgama de piroclasto y hielo es dura como el cemento armado, y nos cuesta un rato (y unos posteriores dolores) el hace un pequeño agujero en el que asentar los pequeños mástiles.

Picando hielo y cavando en el suelo congelado para colocar los mini-nivómetros.

Ya de vuelta a la base, toca descargar los datos, lo que nos toma la practica totalidad de la tarde. El fuerte viento que nos azotó mientras estábamos en el Crater Lake remite, y nos deja una estampa de Puerto Foster calmo como un espejo. Aunque esto no es más que la calma previa a la tormenta, ya que al día siguiente se preveen vientos de hasta 30 nudos (15 m/s), que complicarán y harán desapacibles los trabajos en el exterior. Pero a nosotros, ese día no nos preocupa. Tenemos "Marías", con lo que pasamos la jornada dentro de la base barriendo, fregando y ayudando en la cocina.


Un mini-nivómetro ya instalado. Utilizamos la cuerda para colocarlo exactamente en un nodo de la malla CALM.

Una "María" relativamente calmada, no es tampoco un descanso. Pasar la aspiradora, poner y quitar la mesa de todas las comidas, fregar los baños, barrer el módulo científico, vaciar las papeleras, ir al "Mercadona" o al módulo frigorífico a recoger cebollas, tomates, y otros ingredientes que Goyo (el cocinero de esta semana) nos solicita para las comidas, así como pelar y cortar, batir y fregar, poner y quitar lavavajillas (al menos ya podemos usarlo!)... Vamos, el duro trabajo de un ama de casa de una gran familia. Y aunque por la mañana nos lamentamos de haber perdido posiblemente la única mañana de tiempo tolerable (que ya no bueno) antes de nuestra partida, por la tarde estamos agradecidos de permanecer en el interior mientras las olas arrecian más allá de la cristalera y las banderas ondean furiosas. Y mañana se prevee que sea peor...

Temporal frente a la base Gabriel de Castilla.

Pero el día ha acabado con una pequeña sorpresa. Mientras estábamos cenando los Reyes Magos llamaron a la base y dejaron un pequeño detalle (cortesía de nuestros colegas científicos Enrique y Francisco) en forma de un vasito y un azulejo de cerámica de Granada y Almería. Un bonito detalle que nos pilló a todos desprevenidos y que animó un poco este final del día. El trabajo se hace duro a estas latitudes, y un pequeño detalle siempre es bien recibido y agradecido por todos... Ahora si, los Reyes Magos no se dejaron ver porque tendrían prisa por llegar a España a tiempo en un par de días... y con la tormenta que se nos viene en cima, seguro que el viaje se les hace más largo a sus majestades... ;-)