BAE Gabriel de Castilla, Isla Decepción 3 de Enero de 2013
Empezamos el año con energías renovadas, y ya el segundo día de 2013 nos subimos a Crater Lake a seguir con lo nuestro. Con todos los sensores listos y programados, solo queda colocarlos y... volver a enterrarlos en nieve. Intentamos que tanto los nivómetros, como los sondeos y placas de temperatura del suelo se encuentren en las condiciones más semejantes a como se encontrarían si no los hubiéramos extraído (dentro de lo posible).
Colocando los sensores de los nivómetros, algunos de ellos se encontraban enterrados por un metro de nieve.
Además, colocamos los tres mini-nivómetros que teníamos preparados. Esto es bastante complicado, ya que el suelo está congelado hasta la superficie y con una gruesa capa de hielo en algunos puntos. Picar en el permafrost es bastante menos gratificante que estudiarlo mediante los gráficos de temperatura. Esta amalgama de piroclasto y hielo es dura como el cemento armado, y nos cuesta un rato (y unos posteriores dolores) el hace un pequeño agujero en el que asentar los pequeños mástiles.
Picando hielo y cavando en el suelo congelado para colocar los mini-nivómetros.
Ya de vuelta a la base, toca descargar los datos, lo que nos toma la practica totalidad de la tarde. El fuerte viento que nos azotó mientras estábamos en el Crater Lake remite, y nos deja una estampa de Puerto Foster calmo como un espejo. Aunque esto no es más que la calma previa a la tormenta, ya que al día siguiente se preveen vientos de hasta 30 nudos (15 m/s), que complicarán y harán desapacibles los trabajos en el exterior. Pero a nosotros, ese día no nos preocupa. Tenemos "Marías", con lo que pasamos la jornada dentro de la base barriendo, fregando y ayudando en la cocina.
Un mini-nivómetro ya instalado. Utilizamos la cuerda para colocarlo exactamente en un nodo de la malla CALM.
Una "María" relativamente calmada, no es tampoco un descanso. Pasar la aspiradora, poner y quitar la mesa de todas las comidas, fregar los baños, barrer el módulo científico, vaciar las papeleras, ir al "Mercadona" o al módulo frigorífico a recoger cebollas, tomates, y otros ingredientes que Goyo (el cocinero de esta semana) nos solicita para las comidas, así como pelar y cortar, batir y fregar, poner y quitar lavavajillas (al menos ya podemos usarlo!)... Vamos, el duro trabajo de un ama de casa de una gran familia. Y aunque por la mañana nos lamentamos de haber perdido posiblemente la única mañana de tiempo tolerable (que ya no bueno) antes de nuestra partida, por la tarde estamos agradecidos de permanecer en el interior mientras las olas arrecian más allá de la cristalera y las banderas ondean furiosas. Y mañana se prevee que sea peor...
Temporal frente a la base Gabriel de Castilla.
Pero el día ha acabado con una pequeña sorpresa. Mientras estábamos cenando los Reyes Magos llamaron a la base y dejaron un pequeño detalle (cortesía de nuestros colegas científicos Enrique y Francisco) en forma de un vasito y un azulejo de cerámica de Granada y Almería. Un bonito detalle que nos pilló a todos desprevenidos y que animó un poco este final del día. El trabajo se hace duro a estas latitudes, y un pequeño detalle siempre es bien recibido y agradecido por todos... Ahora si, los Reyes Magos no se dejaron ver porque tendrían prisa por llegar a España a tiempo en un par de días... y con la tormenta que se nos viene en cima, seguro que el viaje se les hace más largo a sus majestades... ;-)
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