martes, 10 de enero de 2012

Un día de lo más completo.

   Hoy ha sido un ajetreado día en la Isla Livingston. En la reunión que realizamos cada mañana todo el personal presente en la base para la organización del día, se advirtió que se disponían de muy buenas condiciones de navegabilidad. Ante esto, Fede, el responsable de náutica, propuso visitar una pequeña playa antes de la entrada de bahía Falsa, donde el día anterior se había avistado a un visitante muy especial...


El grupo desembarcando en la orilla con las dos zodics.

   De esta forma, empezamos la mañana embutiéndonos en los trajes de supervivencia (conocidos como los Vikings o teletubies), para poner rumbo a la susodicha playa. Una vez allí, la colonia de pingüinos barbijo resultó ser más grande e impresionante de lo que esperábamos. Observando a sus habitantes al fin encontramos la nota discordante, un extravagante pingüino Macaroni (nada usual en esta área). Las largas cejas amarillas y su enorme pico anaranjado le hacían destacar entre la multitud de adultos y polluelos de pingüinos barbijo (tan sobrios, con su pico negro y el frente de la cara blanco, enmarcado por una delgada línea negra).

El pingüino Macaroni, algo perdido en la pinguinera de Barbijo.

   De esta playa cruzamos la Bahía Sur para ir hasta Punta Hannah, un lugar que ya habíamos visitado previamente en campañas anteriores. Sin embargo, en esta ocasión desembarcamos en la costa Este, territorio inexplorado para el proyecto. La marea se encontraba particularmente baja, poniendo al descubierto terreno que normalmente queda bajo mar, y dejando parte de la costa asilada en una pequeña isla. Reconociendo la zona, encontramos una nueva colonia de pingüino Papúa (con un pequeño pico anaranjado, cabeza negra con una pequeña mancha blanca alrededor de cada ojo) y algunos elefantes marinos “tomando el sol” en la costa.

Panorámica de punta Hanna, en su vertiente este.

   Una vez acabada esta improvisada visita a los alrededores de la BAE, regresamos, bajo la lluvia a la Base para la hora de comer. Sin embargo, como el trabajo que estaba planeado para esa mañana debía hacerse, no nos paramos a comer, sino que cogimos el material necesario para realizar el mantenimiento de sensores en los emplazamientos de Morrena y más tarde a Collado Ramos, para dejar preparadas estas experiencias para el siguiente invierno. De paso, bajamos la caja estanca de la experiencia del Glaciar, cerca de Sofía, para desmontarla hasta encontrar una solución adecuada. Otro día productivo, en que abarcamos desde la costa a la montaña, desde el reconocimiento de campo al mantenimiento de experiencias.

La caja estanca junto al panel solar y un ordenador portátil de la campaña, ya desmontados; mientras comprobamos su correcto funcionamiento en el almacén de la base.

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