Como todo en esta campaña, a la carrera cerramos nuestra estancia en la base Gabriel de Castilla, embarcando a mediodía del 12 de Febrero en el Bio Las Palmas para regresar ya a continente. La verdad es que aunque el paso por esta bse ha sido también exprés, nos da mucha pena dejar atrás a la dotación de la base que tanto nos ha ayudado a sacar adelante el trabajo. Hasta un pingüino sin miedo se acercó a la playa para darnos el adiós justo a la dotación de la base y los investigadores de otros proyectos que allí se quedaban.
De nuevo, y por última vez, a bordo del BIO Las Palmas (por algo le incorporamos al logo de nuestro proyecto, porque hemos pasado más tiempo a bordo que en las bases antárticas).
Así que con mucha pena ponemos rumbo a los Fuelles de Neptuno para salir de Decepción y regresar, tras un periplo de unos pocos días, hacia suramérica. Tras pasar los fuelles de Neptuno brindamos como manda la tradición con champán. Dicen que si no lo haces no regresas, y aunque nadie cree en estas cosas, ¿quien se va a negar a brindar con el resto de colegas científicos que como nosotros abandona la antárida tras una campaña? ¿porqué no brindar por el final de duras semanas de trabajo soportando frío, viento, ventisca,...? ¡SALUD!
Los Fuelles de Neptuno, punto de salida de la Isla Decepción, nuestro último punto de estudio de esta campaña antártica.
Una vez fuera de Decepción, entre las brumas nos vamos alejando de la isla rumbo a Livigston donde tenemos que recoger a otros científicos, en esta ocasión de la Base Búlgara, a quien España también da soporte logístico. Nos recibe una tarde fantástica, ya fuera de las brumas, con un sol radiante como no hemos tenido en toda la campaña, y un cielo azul intenso... sin duda un gran día para la despedida. Allí permanecemos fondeados cargando material de la base y dándoles combustible para lo poquito que queda de campaña. Ya de madrugada, nos dirigimos a la isla de Rey Jorge, donde tenemos que recoger a investigadores españoles que están en la base brasileña "Ferraz". Un lugar idílico, pero que nos recibe con fuertes vientos, lo que hace que el barco no pueda fondear en todo el día hasta ya entrada la noche. Un día de espera en el barco navegando dentro de la bahía de la Isla Rey Jorge. Como poco queda ya por hacer, los científicos pasamos el día charlando entre nosotros y con la dotación del barco comentando nustras experiencias, viendo películas, o durmiendo para recuperar las horas de sueño perdidas.
Base Antártica Brasileña "Ferraz", en Ensenada Visca, Isla Rey Jorge; Última parada de nuestro periplo antártico.
Finalmente, al día siguiente, 14 de de Febrero, iniciamos el trayecto final a través del paso del Drake. El mítico paso entre la península Antártica y el extremo sur de Suramérica. Dos días de tránsito que a la vista de cómo estaba el día anterior, se planteaba duro. Dicen que es el peor mar del mundo, y que cruzarlo daba derecho a los marineros a ponerse un aro en la oreja... ya llevamos algunos cruzados, pero ni los marineros del barco, que cruzan un total de 12 veces en cada campaña, se acaban acostumbrando. Y no tardaron mucho las olas en empezar a gitar el barco. Aunque el día era soleado y no hacía tan mala mar como se esperaba, siempre es duro, con olas saltando por encima de la toldilla de popa, golpeando los ojos de buey del barco, y agitando a los que estamos dentro... con el barco descargado de combustible en su panza, se hace más ligero y susceptible a las olas. En el barco hay un par de métodos para medir lo que se inclina el barco con las olas... El método popular y subjetivo de la "lavadora", que consiten en ver si por los ojos de buey (similares a los tambores de la lavadora), asoma mucho agua (lavadora encendida, el mar se pone interesante), o si golpea furiosamente (lavadora centrifugando, el mar está intratable). Entre medias muchos términos intermedios que cada cual interpreta como le dicta el cuerpo, el malestar y el mareo... El método más científico es un clinómetro en el puente de mando que marca los grados de inclinación máxima del barco.... y ahí empiezan los comentarios y charlas de los investigadores... "Pues mí record es de 43 grados en la campaña..." "yo recuerdo cuendo llegados a 47 y nos caíamos de las literas..." Hasta que llegan los marinos y nos dicen... bueno, eso no es nada, el Drake está tranquilo...
Dos días y medio de enclaustramiento en el buque hacen mella en todos los que vamos a bordo, incluída la tripulación, que lleva ya más de un mes de navegación sin tocar puerto y están cansados. Parece un barco fantasma. Apenas algunos científicos vas saliendo de sus literas para estirar las piernas, enderezar la espalda, comer algo (antes de vomitarlo a los pocos minutos en la mayoría de los casos)... intentar leer, o trabajar en el ordenador, concentrarse viendo una película es bastante dicifil... y a veces conciliar el sueño también es complicado por los vaivenes del barco... Dos días y medio muy poco agradables que recuerdan lo lejos que está la antártida, y lo duro y sacrificado que es trabajar en estas latitudes. Pero también lo duro y sacrificado que es el trabajo de la dotación del barco que nos lleva y nos trae para que saquemos a delante nuestros trabajos de investigación.
De estos días no hay fotos... por los ojos de buey solo se ven olas y más olas (la lavadora en distintos estados), y aunque el cielo es azul, uno acaba por maldecir al pirata Drake.
Pero como reza el dicho popular, no hay mal que mil años dure, y en la mañana del 16 de Febrero por fin avistamos tierra a las 7'30h de la mañana... ¡¡Suramérica y la Tierra del Fuego a la vista!!. Aunque aún no se distingue, ya olemos tierra y vislumbramos el verde de las montañas. Poco a poco el mar se va calmando a medida que nos adentramos en el Canal del Beagle y en sus aguas tranquilas rodeadas de escarpadas montañas, ya sin nieve al final del verano austral. Patos, gaviotas y otro sinfín de aves se van cruzando en nuestro camino como dándonos la bienvenida al continente. Poco a poco empieza a aumentar la actividad en el interior de barco, con más gente de acá para allá, con casi todos los cientificos ya en pie, comiendo y desayunando después de días de comer poco (o de retener poco en el estómago...). Las charlas se van animando, comentando cómo ha sido el paso para cada uno, lo duro o suave que ha sido... La verdad es que al final el maldito pirata no se ha portado mál, pero nos guardó un poco de movimientos para la última noche.
Al fin tierra a la vista! Suramérica y tierra del Fuego nos recibe con un día soleado.
Ya por la tarde-noche, nos acercamos a Ushuaia, disfrutando de un mar completamente plano como un espejo, un atardecer fantástico del Canal Beagle y el faro del Fin del Mundo, con las montañas nevadas de telón de fondo... un fantástico cierre de campaña y de travesía en el BIO Las Palmas. Ya en puerto, nos despedimos y quedamos para celebrar el final de la campaña en Ushuaia antes de correr al hotel a tomarnos una merecida ducha y dormir en una cama sin pensar en caerse de ella. Atrás queda ya el trabajo de campo, el frío, el viento y las nevadas. Y atrás quedan los amigos y colegas científicos, y dotaciones de las bases y el buque... ya hemos dejado atrás la antártida y el maldito pirata.
BIO Las Palmas navegando por el Canal Beagle, mostrando orgulloso su caperol azul, simbolo de haber cruzado, un año más, el Circulo Polar Antártico
El Faro del Fin del Mundo, en el Canal del Beagle, puerta de entrada a Ushuaia, donde se encuentra el punto final a nuestra navegación y a la aventura antártica.