La siguiente parada de este ajetreado viaje es una isla muy turística, que como no podía ser de ora manera, habia sido reclamada por los investigadores de turismo. Si bien la isla es muy impresionante y repleta de pingüineras y praderas de líquenes, no presenta mucho interés para estudiar el permafrost. Por un infortunado accidente, los técnicos de Juan Carlos se llevaron las botas que nos habían prestado para estos días (ya que con las arenas movedizas de Byers, y la sucidad de las pinguineras es más recomendable usar botas de agua que las de montaña). Debido a esto solo bajo uno de los miembros de nuestro equipo, Antonio, gracias a la cesión de unas botas por parte del personal de Las Palmas. Sin embargo, tras recorrer la práctica totalidad de la isla no halló ningún indicio de hielo. Por ello, se prestó a ayudar al grupo que estudia focas, y que en esta isla si que encontraron ejemplares suficientes y adecuados para la toma de muestras.
Una de las extensas praderas de musgos que se encuentran en Barrientos, cubiertas por pequeños neveros en algunos puntos.
Al día siguiente pasamos por Júbany, una base Argentina permanente. Cerca de la base se encuentra península Potter, una zona protegida que resultaba de interés para el equipo de focas. Nosotros, por nuestra parte, nos limitamos a visitar la base. Allí nos encontramos a un viejo conocido del mundo del permafrost, el Doctor Adrian Silva. Esta base es bastante grande y funciona en colaboracion con otros equipos internacionales, que tambien proporcionan laboratorios y equipos. Ahora el personal se estaba preparando para la invernada, recibiendo y almacenando vivieres, y así dejarlo todo listo para los largos meses que les esperan.
El módulo de vida principal de la base argentina permanente de Jubany.
Después de este día de turismo, madrugamos para visitar Pinguin. Se trata de una pequeña isla muy interesante, ya que toda ella es un cono volcánico. Encontramos permafrost a por casi toda la isla e incluso sobre la caldera. Para llegar sorteamos lobos y elefantes marinos que se amontonaban el costa, a los que era casi imposible no aproximarse y llevarse un rujido y una breve persecución.
El cono volcánico de Penguin visto desde la pequeña cala donde desembarcamos. Multitud de lobos marinos se interponen entre nosotros y el interior de la isla.
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