Nos queda una última parada antes de volver a Decepción: Punta Hanna. Este pequeño saliente de Isla Livingston es muy importante desde el punto de vista turístico, siendo una parada casi obligada para muchos cruceros, por la gran concentración de fauna. Además de una considerable pinguinera de Adelia, en la costa se encuentran numerosos elefantes y lobos marinos, asi como nidos de petreles y de las ubicuas eskúas en las zonas más elevadas. Todo esto en un espacio muy reducido y con un relieve bastante espectacular. Sin embargo, el equipo ya tuvimos la ocasión de estudiar esta zona en la pasada campaña sin encontrar indicios significativos de permafrost. Por ello, mientras que Miguel Angel permaneció en el barco, Antonio aprovechó la ocasión para conocer la zona. Dado que el día no era especialmente beno, el número de animales tampoco era muy elevado y el equipo de focas no pudo hacer gran cosa; ni tampoco vimos a muchos turistas por alli...
Punta Hanna, en Isla Livingston, un lugar de gran afluencia turística.
En unas pocas horas volvimos a Decepción, un día más tarde de lo previsto. Además nos enteramos que saldríamos también dos dias antes; con lo que solo nos quedaba poco más de un día en la isla. A toda prisa subimos a Crater Lake, nuetro lugar de trabajo, para dejar preparados los sondeos que quedaban por sellar y recoger la cadena de termómetros, que como pudimos comprobar volvió a fallar. Como aún nos quedaban por hacer las "marías" (es decir, el mantenimiento de la base, poner y quitar las mesas...) y nos tomaría todo el día siguiente, pedmos al jefe de base autorización para trabajar esa noche. Esto era necesario, ya que las medidas del CALM site se deben tomar de seguido y se tardan unas 5 horas, con lo que en los pequeños descansos de la "maría" no nos iba a ser posible.
Con resignación iniciamos las 121 medidas de nuestra malla, mientras que a nuestro alrededor anochecía, hasta el momento que se hizo necesario utilizar los frontales para hayar los puntos de medida. Anotando unas temperaturas que iban descendiendo lentamente, continuamos tomando medidas hasta recibir una visita del comandante Lupiani y Alfonso (el responsable de náutica), que nos traían bocadillos y chocolate caliente para que repusieramos fuerzas. Casi a las 3 de la madrugada acabamos la larga tarea y volvimos a la base, donde nos esperaba despierto parte del personal.
Antonio trabajando por la noche en la zona de Crater Lake bajo la luz de los frontales. Aunque fue duro, el clima acompañó y no hizo demasiado frío.
Al día siguiente madrugamos más de lo habitual para poder dejar el desayuno listo antes de que el resto del personal se levantara. A las tareas propias de la comida más importante del día, le siguieron hacer los baños, barrer y fregar zonas comunes, y para cuando quisimos darnos cuenta ya era el momento de ayudar a David, el cocinero de la base, a preparar la comida. Por la tarde sacamos un poco de tiempo para subir el sondeo correspondiente a la cadena termométrica que no funcionó y dar por finalizados los trabajos en la zona. El servicio de la cena no fué nada facil, no solo por el número de gente, sino ya que el servicio tampoco era sencillo. Después de que acabaran todos, pudimos probar a la carrera la deliciosa cena que habia preparado David. Después de tanto ajetreo, el jefe de base se despidió de los que nos íbamos el día siguiente, haciéndonos entrega de algunos recuerdos de nuestro paso por la base. Finalmente, la noche se animó con una pequeña fiesta de despedida con karaoke y luces de discoteca.
Científicos y dotación de la base Gabriel de Castilla durante la despedida de la base
A la mañana siguiente, ya realmente cansados, acabamos de cerrar las cajas y el equipaje personal para embarcarnos de nuevo en "Las Palmas" que nos devolverá a Ushuaia en un trayecto que esperemos no sea demasiado agitado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario