(15 de Enero de 2009)
Los siguientes días pasan rápido y con un ritmo frenético de trabajo. Las pocas horas que estamos en los alrededores de la BAE debido a que estamos alojados en la base búlgara, y un temporal que se avecina hacen que tengamos que exprimir las horas trabajando a buen ritmo para intentar concluir los trabajos lo antes posible.
Juanjo preparando algunos sensores para intentar instalarlos antes de la ventisca
Tras varios intentos, en el monte Reina Sofía conseguimos reparar los desperfectos en el panel solar y en una de las cajas donde tenemos instalado el instrumental. Instalamos también una nueva torre para nuevos instrumentos que monitorizarán el otro de los sondeos profundos realizados en la zona. Por otra parte cambiamos de lugar y completamos la instrumentación en las proximidades del refugio de montaña de la base, así como en la propia BAE. Todas estas tareas nos llevan varios días de ascensos al Monte Sofía y los alrededores, y largas horas de programación de todos los sensores a instalar para el nuevo año. Pero al fin el día 13 quedan todos los nuevos sensores instalados, a falta de la nueva instrumentación en el monte Sofía. Un problema con la cadena de sensores está dando grandes quebraderos de cabeza a Juanjo, que se pasa horas y horas realizando pruebas de funcionamiento. Pero aún estamos a tiempo de instalar parcialmente el resto de la instrumentación que funciona bien.
Vista de la BAE y el estado de las obras de remodelación.
Pero estos días, aunque son de duro trabajo, no nos impiden pasarlo bien en las múltiples salidas de la base. El tiempo excepcionalmente bueno nos permite disfrutar de las grandes cimas de la isla, de los glaciares, de las vistas sobre Decepción y otras islas circundantes. Y en la base búlgara disfrutamos de largas cenas charlando y aprendiendo de las costumbres búlgaras. Una “noche” disfrutamos de una parrillada en el exterior de la base. Aunque el frío comenzaba a dejarse notar en las manos y pies, la comida y la bebida nos mantenían calientes en torno a la mesa. Muchas de las cenas acaban con canciones por parte de nuestros anfitriones. No sabemos si es su carácter especialmente amistoso o el efecto de los litros de vino y raquia que se consumen en las cenas…. Pero estos búlgaros son buena gente que se preocupan porque todo esté perfecto para nuestra estancia en su base, que no tengamos frío ni hambre, y dispongamos de todas las comodidades posibles dentro de las limitaciones que se tiene por estas latitudes.
Y al fin llega la ventisca. Viento y nieve desde primera hora de la mañana y aumentando hace que no podamos ir a la BAE y tengamos que pasar el día en la base búlgara. Aprovechamos para desayunar de forma más relajada, y descansar un poco después de tantos días de ritmo frenético para terminar las tareas que tenías que realizar en esta fase de la campaña. Pasando documentos a limpio, revisando fotografías y limpiando un poco nuestro módulo pasamos la mañana mientras la vetista azota en el exterior.
La ventisca está casi aquí y ya el tiempo es muy malo
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