sábado, 22 de diciembre de 2012

Con el Hespérides al Fin del Mundo


BIO Hespérides, Isla Livingston, Antártida. 22-Diciembre-2012

Los días buenos, en los que disfrutamos de tranquilidad y vida en las zonas comunes del barco, tocaron a su fín. El Drake un año más hace de las suyas y pone los estómagos de todos los tripulantes del buque en jaque. Sin embargo no se trata de uno de los arrebatos especialmente duros de este despiadado pirata, y ha permitido un mínimo de actividad en la cámara de científicos. El movimiento acompasado y violento del barco nos hace refugiarnos en nuestras literas donde la posición horizontal parece suavizar el vértigo y el malestar. La comida difícilmente se acomoda en nuestros estómagos y las noches se pasan dando vueltas en la cama; pero esto no dura más que un par de días, y cuando queremos darnos cuenta ya hemos alcanzado la Antártida.

 El Hespérides ha llega a la Antártida una vez más.

La mañana del 21, cuando los Mayas profetizaron el Fin del Mundo, parece en realidad el comienzo del nuestro. Hemos alcanzado los confines al sur del planeta; y nuestro pequeño mundo (que es el buque) ha frenado su frenético movimiento. Estamos en frente de un paisaje que nos resulta familiar, ¿Es la base Jubany? Si, pero ahora recibe un nombre diferente: Carlini. Estamos en la Isla Rey Jorge (o 25 de Mayo depende de a quien le preguntes) la isla más grande del archipiélago de las Shetland del Sur y vecina de nuestras añoradas Livingston y Decepción. No pasa mucho tiempo antes de desplazarnos a bahía Fildes (en la misma isla), en la base Escudero/Frei, donde el barco hace el intercambio de material y recoge algunos de los científicos Bulgaros que transportaremos hasta su base. 

La base argentina Carlini, antiguamente conocida como Jubany.

Ya entrada la tarde, empezamos a otear la península Antártica. El sol nos acompaña en esta travesía a través del estrecho de Bransfield, colándose entre las nubes y dejando un paisaje y un ambiente espectacular que los científicos aprovechamos agrupándonos en proa, como una colonia de pinguinos, para hacer fotos y disfrutar del panorama mientras se acaba la tarde. Un continente helado en el frente, claro y blanco como pocos que hemos visto por estas latitudes nos recuerdan a donde hemos llegado y en las condiciones ambientales que trabajamos.

Uno de los icebergs que encontramos por el camino poblado por algunos pinguinos.
Al fondo los glaciares del continente.

El buque se encamina, nudo a nudo, a la base O'Higgins, una espectacular base permanente de Chile, que con sus más de 3 pisos y una enorme antena nos impresiona. Allí quedan Cristobo, Carlos y Juan, del equipo de los buceadores de Conchita Ávila, que se encargan de estudiar la fauna submarina. Sergi, el cuarto componente, por complicaciones medicas no pudo desembarcar y quedara en observación para ver si más adelante pueden llevarle. Uno de los problemas de estas expediciones es que se pretende asumir los menores riesgos posibles y la salud es un factor que no solemos considerar y es ubo de los más importantes. 

La base O'Higgins, con su característica gran antena al frente.

Tras una ronda nocturna de peliculas antárticas (que son esas tan malas que solo admites ver en estas situaciones), nos fuimos a la cama para despertar de nuevo al otro lado del estrecho, y encontrarnos frente a Juan Carlos (Isla Livingston) y llamando a la dotación para realizar la apertura. La claridad vespertina nos permite divisar la península y la Isla Decepción en el horizonte, y un sol estival antártico hace que el permanecer a cubierta y realizar los desembarcos sea mucho más plácido. Al poco nos movemos a acercarnos a la base Búlgara, donde desembarcar a sus científicos embarcados el día anterior, quedando la pequeña base de módulos de tejados a dos aguas, que apenas asoman entre las grandes masas de nieve. En el mismo horizonte que se mostraba despejado a primera hora, parece que la tormenta se acerca; y una de las grúas de la base ha empezado a dar fallos. Estaba previsto que esta misma noche llegaremos a nuestro destino, pero el futuro es como siempre incierto, y aún queda por esclarecer donde pasaremos la Nochebuena; aunque sea donde sea la pasaremos de maravilla.

Base Búlgara, totalmente rodeada de nieve.

Base Juan Carlos I, nuestra siguiente parada, aunque ya hemos podido echarle un vistazo desde el barco.

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