martes, 7 de febrero de 2012

Un día en Caleta Cierva

Caleta Cierva, Antártida, 2 de Febrero de 2012

Sin apenas un descanso, esta mañana nos levantamos bien temprano para desembarcar en la Base Antártica Argentina “Primavera”, en Caleta Cierva. Esta magnífica base está compuesta por varias cabañas rojas y negras, comunicadas por pasarelas de madera. No es una base permanente pero sus instalaciones son bastante espectaculares. Además de encontrarse en terreno de la península, es decir en el continente, está en la Zona Antártica Especialmente Protegida (ZAEP) número 134. Allí nos esperaba la dotación e investigadores de la base para convidarnos a una bebida caliente e intercambiar unas palabras con ellos. Pero no muchas, ya que los tres equipos científicos que bajamos allí teníamos mucho trabajo por delante.

Panorámica de la Base argentina "Primavera", en Caleta Cierva


Detalle de la base, donde se aprecia algunas de las cabañas y pasarelas de madera

Por una parte, los sismólogos Janire y José Ángel, tenían que hacer el mantenimiento de la estación sísmica que se encuentra allí instalada. El equipo de Javier Benayas, formado por él mismo y sus colegas Paco y Luis, tenían que tomar múltiples muestras de suelo, musgos y plumas de pingüino. Por nuestra parte, el equipo Permaplanet, tuvimos que subir hasta prácticamente la cima del cerro sobre cuya falda se asienta la base. Hace ya dos años, Miguel Ángel y Juanjo habían instalado allí un nivómetro y una placa de temperatura del suelo. Cuando el año pasado Miguel Ángel y Antonio pasaron por allí la pasada campaña, el lugar, que había resultado anteriormente muy propicio, se encontraba completamente cubierto por más de cuarenta centímetros de nieve y hielo. Por ello solo pudieron rescatar parte del nivómetro, que se quebró, dejando otra parte enterrada en ese lugar recóndito. Hoy, tras esquivar las pinguineras y nidos de eskúa, pando por neveros y superficies de roca pulida muy resbaladiza, nos encontramos con que la capa de hielo y nieve era mucho más delgada.

Esto es lo que nos encontramos este año, donde un año antes era todo hielo

Con ayuda de un piolet y el cincel que nos prestaron los compañeros de la base Juan Carlos I, en pocos minutos (aunque se hicieron largos bajo la ventisca que arreciaba) conseguimos liberar lo que quedaba del mástil de madera y rescatar la placa de temperatura del suelo satisfactoriamente.

Éxito en la recuperación de los sensores, ¡tras dos años!

Como premio almorzamos el rancho que nos habían preparado en el barco, resguardados tras unas rocas. El descenso, sabiendo que todo estaba bajo control, se hizo más rápido, aunque fuese también más peligroso. Ya en la base, el personal argentino nos invitó a almorzar con ellos. El resto de equipos también tuvo suerte; los sismólogos se encontraron toda la maquinaria inundada y corroída por el agua y el salitre; pero pudieron repararla con el material que traían. El equipo de ecólogos, por su parte, tras algún tiempo más recuperando muestras consiguieron terminar a tiempo para que pudiéramos embarcar de nuevo no demasiado tarde, aunque en la base habían preparado camas por si fuera necesario quedarse a dormir.

Foto de grupo de los tres equipos científicos en Caleta Cierva, junto al jefe de base

Sin embargo, el llegar a Las Palmas no iba a ser tan fácil. El brass y una foca leopardo, complicaron la llegada de la zodiac a la costa. Algo mojados, como suele pasar cuando la mar es mala, en Las Palmas no nos quedaba más que descargar los datos y descansar. Ahora a disfrutar del trayecto estos días de pequeño asueto por los “mares del Sur”.

Brass frente a la costa de la base Primavera, todo un problema para los desembarcos en zodiac

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